1930-1931
La
llegada de la década de los treinta marcó el último
lustro en la decadencia de las hermandades en los
comienzos de siglo, suponiendo una influencia
evidentemente negativa el pronunciamiento, en abril de
1931, del gobierno de la Segunda República Española,
encabezada dicha prosodia en nuestra capital
por el regidor de la ciudad, Emilio de Sola.
Inevitablemente, esto supuso que las cofradías no
pudieran realizar su Estación Penitencial con
normalidad, o incluso durante años, efectuar, ni tan
siquiera, su salida por las calles de la ciudad.
Destacamos
del año 1930, la información aparecida en el
rotativo gaditano con respecto a las corporaciones
penitenciales que desfilaron en la Semana Mayor de ese
año. El Domingo de Ramos, como venía haciéndolo
desde años atrás, procesionó el paso de Ntro. Padre
Jesús de los Afligidos, al cuál era acompañado, por
vez primera, y estrenándose en la Semana Santa de Cádiz,
por la Banda Municipal de Música , dirigida
excepcionalmente por Eduardo Escobar de Rivas,
agrupación que se distinguió por su calidad musical
y su afamado prestigio, y que perduró apenas una década,
coincidiendo el momento de su disolución con el
fallecimiento de su director. En el mismo cortejo,
tras el paso de los titulares efigiados por Sterling,
la Virgen de los Dolores Servitas, y tras Ella, la
banda de música del Regimiento de Infantería, con el
maestro Vicente Pérez Lledó al frente. Como puede
apreciar el lector, la decadencia en las corporaciones
no se correspondía con la proliferación de Bandas de
Música. Precisamente, a la aparición de nuestra
municipal se sumó la misma de Jerez de la Frontera,
en este mismo año, dirigida por uno de los más
afamados compositores de marchas de nuestra provincia,
el genial Germán Álvarez Beigbeder.
La
Cofradía de la Piedad, como bien explica el cronista
de la Hermandad Serafín Pró, consiguió durante los
años 1929 a 1931 ‘un premio por el orden que
sostuvo en todo momento’. En 1930 el paso de
misterio sufrió una importante reforma, ‘con
nuevas andas y dorado del artístico peanón de talla
y dos pares de candelabros, trabajos efectuados en la
antigua casa gaditana de Roquero, de la calle
Columela, así como por la antigua Casa Molina de la
misma calle, se llevó a efecto el pasado del bordado
del manto de Ntra. Sra. de las Lágrimas. En este año
lucieron en la procesión dieciséis nuevas farolas de
acetileno, de gran vistosidad, y concurrieron a ella más
de un centenar de Hermanos’.
También
la Cofradía del Ecce-Homo emprendió reformas en su
cortejo procesional: ‘El paso ha sido reformado y
se ha restaurado la vestidura y armamento de los
romanos -volvía la cohorte romana tras muchos años
sin acompañar al Señor de Montes de Oca-. Pilatos
ha sido retocado y se han confeccionado veinte túnicas
de raso de capa encarnada, nueve varillas plateadas y
cuatro faroles de piña.’
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Será
entonces, en 1931, un mes antes de las
elecciones que se tradujeron en el gobierno de
la república, la primera de las Semanas de Pasión
que transcurriría con serios incidentes de
desorden público hacia los cortejos de
penitencia. Esta afrenta se produjo en la noche
del Viernes Santo, sufriendo la misma los
penitentes de la cofradía de la Buena Muerte
tras su paso por la calle Compañía, en la que
un grupo de republicanos lanzaron chinchetas y
cristales ante el conocimiento de estos
desalmados de encontrarse la mayoría de los
penitentes con los pies descalzos e intentando
así provocar el desconcierto general, propósito que no alcanzaron, puesto que los hermanos
siguieron su camino sin inmutarse, en un acto de
superación y de severa -nunca mejor dicho-
penitencia.
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Paso de
Misterio de Vera-Cruz Archivo personal Jesús Sánchez
Pavón |
Las
cofradías que efectuaron su Estación de
Penitencia fueron: Los Afligidos el Domingo de
Ramos, La Piedad el Martes Santo, La Vera-Cruz
el Miércoles Santo, Nazareno de Santa María el
Jueves, y la citada Buena Muerte y Santo
Entierro cerrando los cortejos el Viernes Santo.
Desgraciadamente
para algunas Iglesias y Conventos, y, por ende,
Hermandades radicadas en esos Templos, la madrugada
del día 12 de mayo de 1931 pasará a la historia por
las turbas incontroladas que asaltaron y arrasaron
todo cuanto pudieron, siendo el Convento de Santo
Domingo en más afectado por los disturbios. La masa
revuelta prendía fuego contra la puerta de la Iglesia
del Carmen de la calle Bendición de Dios, marchando
para lugar efectivos del Cuerpo de Bomberos, hecho que
aprovecharon los incontrolados para arrojar bidones de
gasolina al interior del Convento Dominico. ‘La
actuación de los bomberos fue impedida por las turbas
que asaltaron el camión cisterna, no dejando
intervenir al arquitecto municipal Sánchez Estévez.
Muchas personas se apoderaron de objetos de arte, en
particular imágenes y cuadros, y otras fueron
quemadas en una imponente hoguera encendida en el Compás
de Santo Domingo -perdiéndose entre otras obras
de mayor o menor importancia la imagen señera de la
Galeona-.’
La
Residencia de los Jesuitas, San Agustín, Santa María
–defendido por sus vecinos, consiguiendo que éstos
desistieran en sus propósitos- y San Francisco fueron
igualmente focos de las rebeldes turbas que arrasaban
con todo lo que se encontraban a su paso. De este último,
como bien revela
D. Álvaro Picardo, ‘se pudo conseguir por
algunos vecinos que temían por sus casas, que no se
prendiera fuego dentro de los edificios, así que la
hoguera se formó en la plaza, delante de la torre, y
allí fueron llevadas las imágenes – el Stmo.
Cristo, obra de Piccano, se salvó- los libros, los
bancos, confesionarios, etc, etc., después de que con
hachas y palos se había tratado de destruir todo lo
que había en la Iglesia y dentro del Convento.’
Añade, además, que ‘del archivo de la cofradía,
que se guardaba detrás del altar de la capilla, no
pudo encontrarse más que un ejemplar de la novena de
la Santísima Virgen de la Soledad.’
Expondremos
en una próxima entrega las consecuencias que trajo la
organización, apoyada desde el gobierno central, y
plasmada en la mayoría de las provincias de España,
de las revueltas que ultrajaron, faltos de
sensibilidad, el espíritu cristiano, con los
consabidos saqueos y posteriores quemas, y la reacción
de las entes cofradieras a una de las mayores
profanaciones hechas contra la Iglesia a lo largo de
su historia.
Fuentes consultadas:
Hemeroteca "DIARIO DE CÁDIZ".
Datos sobre la Muy Ilustre, Antigua y Venerable Cofradía de
la Vera-Cruz. Álvaro Picardo y Gómez. 1946. Imprenta
Repeto.
‘Historia de la Venerable, Real y Militar Cofradía de
Penitencia del Stmo. Cristo de la Piedad y María
Stma. de las Lágrimas de la Ciudad de Cádiz’.
Serafín Pro y Ruíz. 1951.
Revista ‘Estandarte’, varios números.
Semana Santa en las Diócesis de Cádiz y Jerez. Enrique
Hormigo y J. M. Sánchez Peña. 1988. Ediciones
Gemisa. Volumen I.
El Nazareno de Santa María. Cuatro Siglos de Arte en Cádiz.
Lorenzo Alonso de la Sierra Fernández. Unicaja. 1991.
La Real Cofradía de Mª Stma. de la Soledad y Entierro de
Cristo, fundada en la ciudad de Cádiz. Noticia Histórico-Artística
(Siglos XVI al XX). Ángel Mozo Polo. 1993. Artes Gráficas
Padura.
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