Artículos: la opinión de los cofrades

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El cofrade, un estilo de vida... sea donde sea


 

        Desde Cádiz, donde la sal se mezcla con los papelillos, las serpentinas y el humo del incienso, os escribe un cofrade orgulloso de tener la oportunidad de poder dirigirse a todos vosotros, mis hermanos. El cofrade es un estilo de vida, por que vive los trescientos sesenta y cinco días del año pensando, soñando, escuchando, viendo y oliendo a semana santa, una forma de vivir que no hace daño a nadie porque no tiene que dar cuanta de ello; un estilo de vida que va acompañado de sentimientos, sinsabores, alegrías, trabajo, etc. El cofrade, durante su trabajo cotidiano, mata el tiempo que no puede dedicarle a la hermandad, aunque durante el día esté pensando en lo que hará cuando esté en su casa de hermandad. Un estilo de vida hasta cierto punto ingrato; soñar, pensar y trabajar todos los días del año esperando la semana culmine para depender de algo tan imprevisible como es el tiempo atmosférico.

En esta ciudad, donde la Semana Mayor no tiene el arraigo tan acentuado como Sevilla nuestra ciudad hermana, la vida del cofrade se hace más difícil, por no decir imposible. Los capillitas, son personas casi extrañas dentro de una sociedad gobernada por las fiestas típicas gaditanas, es decir, el carnaval; que además de acaparar casi todo el interés de los gaditanos, se apodera de la mayor inversión económica para la organización de las mismas. Por ello tiene más merito ser cofrade en Cádiz; a pesar de todos los contratiempos existen personas que dedican su tiempo a visitar y fotografiar altares de cultos, a confeccionar cuadrillas y realizar sus ensayos, chavales que ensayan durante todo el año perfeccionando las composiciones para luego tocarlas detrás de los pasos, cofrades reuniéndose en tertulias para volver a revivir esos momentos que les dejaron huella, y no quieren olvidar porque hay que esperar un año entero para poder repetirlos, todo ello compaginado con los ensayos de las agrupaciones carnavalescas. Por ello, una idea muy extendida en los últimos tiempos por los cofrades, es que todos los años por cuaresma en Cádiz se realiza un milagro, y es que se pueda contemplar la Pasión de Cristo por las calles. Con una población de casi ciento cuarenta mil habitantes, existen en Cádiz casi las cuarenta hermandades de penitencias y hermandades de gloria, con todo el gasto que conlleva mantener una hermandad durante todo el año, y aun así cada año se realizan las estaciones de penitencia con mayor sentido, cuidando mas los detalles y engrandeciendo la Semana Mayor.

         Pienso que para evolucionar hay que observar el resto del mundo y no encerrarse en uno mismo negándose a posibles cambios en las costumbres, por ello una posible explicación de este mayor auge de nuestra semana santa, hay que anotárselo a los avances de los medios, videos, DVDs, retransmisiones por televisión y por radio; gracias a esos avances existe la facilidad de conocer otras semanas santas, provocando en los cofrades el interés de conocerlas. Un sentimiento causado por esta apertura a otras semanas mayores, es el que impregnan los defensores de lo genuino, cerrándose en la sinrazón y extendiendo la idea de que no se debe copiar. Dicen que para llegar a comprender el sentido de algo hay que conocerlo en su ambiente, en su salsa, y esto es lo que ocurre cuando el cofrade quiere evolucionar y mejorar su hermandad, lo mejor que puede hacer es dirigirse a la ciudad que vive para y por la Semana Santa, Sevilla, donde podrá encontrar el por qué de este estilo de vida.

Dios ha querido que mi vida esté ligada a mi hermandad de las Aguas de Cádiz desde los 11 años, y ahora con 34 cumplidos y desde el pasado año, a las Aguas del Arenal; y todo como consecuencia de esa curiosidad de buscar el verdadero sentido de nuestro estilo de vida de cofrade; que me ha llevado a compartir muy buenos momentos con mis nuevos hermanos en mi nueva casa, donde me están enseñando a vivir como cofrade y hermano.

No quiero despedirme sin dedicarte unas palabras a tí, GUADALUPE, niña mimada del Arenal; desde el día que en una visita a tu casa me cautivaste con esa mirada tan dulce, me siento como un adolescente cuando conoce a su primer amor. Con ese amor que desprendes has conseguido que mi corazón, siempre lleno de sal, ahora esté dividido y bañado por las Aguas saladas de mi Cádiz y las Aguas dulces de mi barrio del Arenal.

Y para despedirme, como me dijo cariñosamente un hermano cofrade sevillano, antes de realizar mi estación de penitencia el Miércoles Santo en mi tierra: ”...que la Luz de tu niña y la Aguas de su hijo te bendigan como hizo tu Virgen niña y el cristo de las Aguas el lunes santo”, os deseo que Guadalupe y el Stmo. Cristo de las Aguas... sea de donde sea..., os bendiga a todos vosotros. Un abrazo y un beso hermanos.

 

Francisco Javier Salido Santos-Meni (Abril 2005)

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