Opinión

       

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De Gámez Laserna a Abel Moreno


Antonio Burgos

Escritor y columnista 

        En el centenario de su nacimiento, la Hermandad de la Sed está celebrando diversos actos en memoria y homenaje de un gran compositor de marchas de Semana Santa, don Pedro Gámez Laserna (1907-1987), comandante maestro mayor, director de la música de la División Guzmán el Bueno, que en los avatares de las reorganizaciones militares fue el mote que en su época le pusieron a la que fue y será siempre la histórica Banda de Soria 9. Me sumo al homenaje. Bueno, ya me he sumado, pues los señores de la Hermandad de la Sed, en un boletín monográfico en memoria de don Pedro, han tenido la amabilidad de reproducir el artículo que le dediqué a su muerte, donde contaba cómo el músico mayor dejó dicho que en su entierro le tocaran su marcha más universal, «Pasa la Virgen Macarena». Y así se hizo. Cuando tras el funeral corpore insepulto salía al atrio de la basílica de la Esperanza el ataúd de Gámez Laserna, la Bandasoria al completo le tocó al compositor muerto su «Pasa la Virgen Macarena». (De pellizquito, ¿no?)

       Entre las muchas obras ya clásicas de don Pedro, como «Saeta cordobesa», «Victoria y Paz» o «María Santísima del Subterráneo», hay una que, al leer su título, me ha hecho pensar en la evolución del habla de la Semana Santa, asuntillo sobre el que hasta me tomé un día el trabajo de escribir un librito...de papel de fumar. Don Pedro Gámez Laserna le dedicó en 1972 una marcha a Sevilla. A la Semana Santa en general. Por decirlo en lenguaje boticario del SAS, «un genérico». ¿Y saben cómo le puso de título, insisto, en 1972, a esa marcha? Pues «Sevilla cofradiera». No «Sevilla cofrade», no, sino «Sevilla cofradiera». Con exacta utilización del adjetivo y no del sustantivo adjetivado que se está prodigando y que prácticamente ha borrado a «cofradiero». Años más tarde, el continuador de don Pedro Gámez al frente de la Bandasoria y de la amorosa composición de marchas procesionales andaluzas, el entonces comandante don Abel Moreno, le dedicó otra marcha a la Semana Santa de Cádiz. No al Nazareno de Santa María o a la Virgen de las Penas de La Palma viñera, sino a la Semana Santa en general. Otro «genérico» musical. ¿Y saben cómo le puso Abel Moreno a su marcha, insisto, ya en 1995? Pues «Cádiz cofrade». No «Cádiz cofradiero», no: «Cádiz cofrade». ¿Qué había pasado? Pues que de 1972 a 1995 se había generalizado el incorrecto uso del nombre con funciones de adjetivo: en vez «cofradiero», que es lo «perteneciente o relativo a las cofradías», el uso extensivo con función adjetival de la voz «cofrade», que para la Real Academia es sólo la «persona que pertenece a una cofradía». Ojo, «persona», no hecho, circunstancia, actividad o sentimiento pertenecientes o relativos a las cofradías.

       Un caso parecido a Abel Moreno le ocurrió al investigador cofradiero (y gran cofrade de Las Penas) don Juan Carrero (q.s.G.g.). Carrero escribió una monumental obra, que en el mal uso ya generalizado tituló «Diccionario cofrade». Advertido fraternalmente del vicio gramatical por el guardia que suscribe (especialista en predicaciones en el desierto sobre la pérdida de cánones y de papeles), el bueno de Carrero, al reeditar con gran éxito su obra, tuvo el detalle de retitularla correctamente: «Diccionario cofradiero».

       Ya estoy por tirar la toalla, jartocoles, porque esto de «cofrade» por «cofradiero» no hay quien lo pare. Total, degradaciones peores que las del habla andaluza hay en la Semana Santa, y No Passssa Nada.

       Para no ir más contra corriente, de aquí en adelante me dedicaré no sólo a defender «cofrade» por «cofradiero», sino a extender ese criterio a toda nuestra lengua. Por ejemplo, si el que imparte justicia es el juez, ¿por qué hablar de lo judicial como adjetivo? Adjetivemos también al juez, como al cofrade: y en vez de «en sede judicial», digamos «en sede juez». Y con los ilustres mentados al comienzo, con los músicos, igual: en vez de «partitura musical» o «estudios musicales», nada, «partitura músico» o «estudios músicos». ¿Por qué no «informe abogado» en vez de «informe letrado» o «estilo arquitecto» en vez de «estilo arquitectónico»? Y los partidos de fútbol, que no los dirija el «trío arbitral», sino el «trío árbitro». No en un «encuentro copero» sino en un «encuentro Copa». Nada, nada, por mí que siga el cachondeo...

 

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