Jesús Hinojosa Sáez
Redactor de Diario SUR (Málaga)
Fotografía
de J. Carmelo Pedraza Martínez
Las
hermandades gaditanas vivieron en octubre del año pasado
un acontecimiento que, sin lugar a dudas, ha supuesto un
antes y un después en el conocimiento que el resto de
cofrades andaluces poseen de la Semana Santa gaditana. El
sábado 8 de octubre de 2005, fueron miles los que se
desplazaron a la 'Tacita de Plata' para presenciar la
Procesión Magna Mariana con la que se quiso celebrar el
150 aniversario de la proclamación del Dogma de la
Inmaculada Concepción. Entre ellos, tuvo la oportunidad
de desplazarse el que suscribe para disfrutar, una vez más,
del buen hacer de las cofradías gaditanas. Hace ya varios
años que sigo de cerca el mundo cofrade de Cádiz y puedo
decir con alegría que siempre me ha deparado agradables
sorpresas y la oportunidad conocer una forma realmente
peculiar de entender la Semana Santa.
Por eso,
cuando muchos de los malagueños que se desplazaron a Cádiz
en aquella singular jornada me mostraban su admiración
por lo que estaban contemplando en las calles, comprendí
que el potencial de las cofradías gaditanas no está
suficientemente bien valorado por el resto de Andalucía.
En ello, influye de manera significativa la excesiva
difusión y propagación de las formas y tradiciones de la
Semana Santa de Sevilla, que se extiende mucho más allá
de las fronteras de su provincia. Ese eclipse provocado
por el fenómeno cofrade sevillano es el que hasta
entonces no había dejado ver la riqueza de Cádiz a los
cofrades malagueños que acudieron a la Magna.
Cádiz
comparte con Málaga una forma de entender la Semana Santa
totalmente diferente al resto de Andalucía. La
singularidad de los grandes tronos portados por fuera en
la capital de la Costa del Sol también existe de Puerta
Tierra hacia dentro: en el andar único de los cargadores,
el caminar casi marcial de los acólitos que portan
ciriales y en otros muchos detalles y aspectos que hacen
de las cofradías gaditanas un mundo por descubrir, un
reducto que, para los que hemos tenido la suerte de
vivirlo, atrapa los sentidos y anima a volver a la tierra
que tiene por patrona a la Virgen del Rosario.
Al margen de
las arraigadas señas de identidad en una y otra ciudad,
el similar carácter alegre y acogedor de sus gentes, hace
que los cofrades malagueños y gaditanos estén llamados a
entenderse mucho más que los de otras provincias o
ciudades andaluzas. Modestamente, así lo creo y lo deseo.
En Cádiz existe todo un patrimonio y una forma de
entender el arte cofrade por descubrir. En sus magníficas
iglesias barrocas se pueden contemplar las imágenes de
María Santísima mejor vestidas y cuidadas de toda
Andalucía. La puesta en escena de todas sus
manifestaciones religiosas dice mucho del buen hacer de
los cofrades gaditanos que, en algunos casos dentro de una
gran humildad, saben cómo disponerlo todo para que, por
medio de la estética, nos podamos sentir más cerca de
Cristo y de su bendita Madre. El pasado mes de junio tuve
la oportunidad de conocer la celebración del Corpus, a la
que aún no había asistido, y volví a sorprenderme del
desarrollo de sus elementos -altares, traslados, decoración
de calles y fachadas- que, por desgracia, distan mucho de
los que acontecen en Málaga en los últimos años.
Animo a
cuantos puedan leer estas líneas a que conozcan las
cofradías gaditanas en cualquier época del año y se
dejen llevar por otra forma entender la Semana Santa que
hace de Cádiz un reducto singular que resiste a la
globalización impuesta desde otras ciudades andaluzas.
Enhorabuena por vuestro buen gusto y afán de superación
y, a los responsables de 'Cádiz Cofrade' por vuestro
quinto aniversario en la Red.
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