Artículos: la opinión de los cofrades

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El Señor del Silencio:

una imagen que nunca debió perderse


        Corrían los primeros años de la década de los ochenta, del ya pasado siglo XX, cuando un grupo de cofrades gaditanos sueñan con crear una nueva hermandad de penitencia para la ciudad. Así, nace la Asociación Parroquial de San Lorenzo Pro-Cultos, con sede en la Parroquia del mismo nombre, cuyo fin sería preparar los trámites para la fundación de la cofradía. Como misterio pasional eligen el silencio de Cristo ante la humillación del rey Herodes, el cual tras no haber podido contemplar ningún milagro desprecia a Jesús remitiéndole a Pilatos.

        Para la realización de la imagen titular, Nuestro Padre Jesús del Silencio, la Asociación entabla conversaciones con el insigne imaginero Luis Ortega Brú, quien realiza un boceto de cómo podría configurarse el misterio. Tras llegarse a un acuerdo el imaginero sanroqueño realiza la imagen del Señor.

        La sublime talla muestra a Cristo de pie y maniatado, el rostro inclinado hacia la izquierda, de mirada baja y pómulos hundidos, da sensación de abatimiento y humillación; en ella podemos apreciar el testamento escultórico de este inigualable imaginero (ya que es una de sus últimas tallas antes de su muerte), donde se recoge la humildad de su primera etapa y la fuerza de la segunda.

        Sin embargo, la imagen no llegó a erradicar en la Parroquia de San Lorenzo debido a varios motivos. Así, durante un año quedó en la casa de hermandad de la Asociación en la gaditana calle Benjumeda. Muchas eran las personas que rendían visita al Señor en este lugar; advertido por ello el párroco, por entonces, de la Iglesia de San Antonio entabla conversaciones con los miembros de la Asociación para que se establecieran en dicha Parroquia, comprometiéndose estos a cambio a realizar una serie de actividades en la feligresía.

        Tras obtener el pertinente permiso, la imagen es bendecida y establecida en la céntrica Parroquia de San Antonio. Durante esos años la Asociación organizaba cultos y un Solemne Vía Crucis el Viernes de Dolores; para ello, en 1982 compran a la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna y Azotes su antiguo paso de misterio por 100.000 pesetas, el mismo constaba sólo de canasto de estilo rocalla y se realizó en el siglo XVIII, posteriormente se le añadieron respiraderos y candelabros de guardabrisas, obra de Guzmán Bejarano. Así, el Señor comenzó a realizar este Vía Crucis procesional en su paso por las calles de la feligresía.

        El párroco alentó a estos cofrades a reorganizar la extinta cofradía de gloria de la Virgen del Patrocinio, a la cual se uniría la futura hermandad de penitencia de Nuestro Padre Jesús del Silencio; para ello, se comenzó a tramitar el correspondiente expediente ante la Vicaría General del Obispado de Cádiz.

        Hasta aquí todo parecía ir a la perfección, sin embargo, la historia se quebró: en 1987 se produce el cambio de párroco en la Iglesia San Antonio. La llegada del nuevo sacerdote lleva al traste las ilusiones de numerosos cofrades de nuestra ciudad de ver constituida la cofradía del Señor del Silencio. Todo comienza cuando se frena el expediente de reorganización de la cofradía del Patrocinio, tras esto el párroco exige a la Asociación que donen la imagen del Señor que pasaría propiedad de la Parroquia, a lo cual se niega obviamente la Junta Pro-Cultos.

        A partir de aquí se disparan los acontecimientos: el entonces Obispo, Monseñor Dorado Soto, decreta la imposibilidad de realizar Vía Crucis fuera de los templos con imágenes que no fuesen crucificados (norma abolida por el actual Obispo, don Antonio Ceballos Atienza, en 2001); con lo cual la Asociación no podría realizar su ya tradicional Vía Crucis procesional el Viernes de Dolores.

        Junto a esto, se firma también por decreto la imposibilidad de crear nuevas hermandades y cofradías en la Diócesis de Cádiz y Ceuta, con lo que se desvanecen las esperanzas de los cofrades gaditanos de fundar una cofradía para rendir culto al Señor del Silencio.

 

        La situación se agravó aún más cuando el párroco de San Antonio dio un ultimátum, ya que si la imagen no era cedida sería expulsada del templo. Los miembros de la Asociación buscaron una solución estudiando diversas alternativas: por un lado, intentaron agregar la imagen a la Archicofradía de la Columna que radicaba en el mismo templo, por supuesto la negativa del párroco fue evidente, a la vez buscaron integrarse en cualquier otra cofradía gaditana pero tampoco fue posible.

        En los cultos cuaresmales, de 1991, de la Venerable Orden Tercera de Servitas predica el conocido capuchino Fray Ricardo de Córdoba, quien, una vez enterado de la situación, pone en contacto a los miembros de la Asociación con la Junta de Gobierno de la Hermandad del Amor de Córdoba, quienes estudiaban la posibilidad de añadir un tercer paso en su salida procesional del Domingo de Ramos cordobés.

        Estas conversaciones se llevan a cabo durante el mes de septiembre de 1991; así, el 19 de septiembre, se reúne con carácter de urgencia la Junta de Gobierno de la Hermandad del Amor, que aprueba por unanimidad aceptar la llegada de la imagen del Señor del Silencio, así como el paso procesional y varios enseres, que pasarían a formar parte de la hermandad cordobesa.

        El 20 de septiembre, el Obispo de Córdoba, Monseñor Infante Florido, da su aprobación verbal al proyecto. Cinco días más tarde la imagen es trasladada a Córdoba y depositada en la sede de la Agrupación de Cofradías. Una vez resuelto el expediente, el 16 de noviembre de dicho año la imagen es trasladada en Solemne Vía Crucis a su nueva sede canónica, la Parroquia de Jesús Divino Obrero.

        Ya en 1992, Nuestro Padre participa en los desfiles procesionales cordobeses (pese a que ese año no puede realizar el recorrido completo debido a un desafortunado accidente, la rotura de una de las piernas del Señor), siendo acompañado desde entonces por muchos gaditanos que se desplazan en la primera jornada de la Semana Mayor a la ciudad de los califas. Años después, se completa el misterio con las imágenes de Herodes y un sayón, talladas por Manuel Téllez; misterio que puede volver a ser modificado ya que la Hermandad baraja un boceto con nuevas imágenes proyectado por los hermanos Ortega Alonso (sobrinos de Ortega Brú).

        Así fue como Cádiz perdió esta singular talla, imagen que muchos recordarán en ese Vía Crucis del Viernes de Dolores, y otros, los que somos más jóvenes, sólo la recordemos por el magnífico mosaico que en la calle Benjumeda rememora la estancia del Señor del Silencio en nuestra ciudad.

        Ahora dos décadas después de que todo ello se iniciara, es el momento de llevar a cabo una reflexión: parece ser, tras las resoluciones del Sínodo de la Diócesis Cádiz-Ceuta, que la normativa será cambiada volviéndose a la normalidad, por tanto cabrá la posibilidad de que se funden nuevas cofradías; por ello quizás sea el momento de resucitar el espíritu de ese grupo de cofrades que en su día intentaron crear una nueva hermandad y no pudieron, obviamente no se podría contar con la anterior talla, pero se podría realizar una copia; aparece una oportunidad única, aunque ya pueda ser tarde, de volver a intentarlo. Lo único importante sería poder rendir culto a Nuestro Padre Jesús del Silencio en Cádiz.

 

Ignacio Robles Urbano (1/09/2001)

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