Miguel
Ángel Castellano Pavón
Podemos
decir que dentro del calendario litúrgico desde el
Adviento hasta la fiesta de la Candelaria, una serie de
fiestas como la Navidad, el nombre de Jesús o la Epifanía,
han dado lugar a múltiples tradiciones que han encontrado
su desarrollo en diversos ámbitos.
Juan Antonio Fierro
Cubiella en su obra “Noticias sobre los Títeres de la Tía
Norica de Cádiz en el siglo XX “nos dice: “Una
costumbre española que se documenta a partir del Barroco
es la realización de figuras para representar
“Belenes”. Tradición que arraiga en Cádiz como en
otros lugares de la península, recibe aquí la singular
denominación de “Portales” aludiendo al portal o
lugar del hecho. Estos también se conocen por
“Nacimientos” ya que se hace referencia al
acontecimiento del alumbramiento del Niño-Dios…Es en la
temporada de 1818 cuando encontramos una significativa
representación en el Teatro Principal
donde se anunciaba para el 25 de Diciembre: “El
tirano de Judea Herodes Ascalonita y venida de los tres
Reyes Magos”, comedia que se representaba exclusivamente
aquel día 25 y que en 1822 se ponía en escena en el
Teatro del Balón…La que pudiera ser la primera
referencia a los títeres de la Tía Norica, la
encontramos en Diciembre de 1819: “En la plazuela de los
Descalzos se manifiesta un precioso nacimiento de
trasformaciones. Habrá dos entradas, una a las seis y
otra a las ocho”; escenificaciones que aún hoy se
pueden contemplar en nuestro Museo Provincial.
En lo que puede abarcar la memoria de padres y hermanos
recordamos como en la actual cascada del parque Genovés y
patrocinado por el Frente de Juventudes, se podía visitar
en estas fiestas el montaje de un nacimiento con figuras
de tamaño natural; el que tenía lugar en el Hospital de
San Juan de Dios es más recordable por la proximidad y
podemos decir que gozaba en toda la ciudadanía de cierto
prestigio por su aparatosidad y el buen hacer de sus artífices.
No podemos olvidar el de los Padres Jesuitas bien en su
Iglesia de Santiago o en su Casa Residencial hoy
Residencia Campus Universitario, siempre de la mano del
hermano Molina. Los Marianistas y los
Franciscanos no se quedaron atrás, y hemos podido
rescatar un documento gráfico de 1914, que acompañamos
al texto; el nombre de Juan José Carreira suena todavía
por los claustros franciscanos.
Mención a parte merece el del centro del Niño Jesús
Pobre en las Puertas de Tierra o el nombre de Antoñito,
en la parroquia de San Antonio. Las cofradías gaditanas
se sumaron pronto a estas demostraciones, bien para
festejar dichos acontecimientos o recoger con los
donativos de sus visitas algo que
pudiera paliar la escasez
de medios económicos de la época. Entre
las más antiguas quiero recordar la que montaba la
V. O. T. de Servitas de Cádiz, teniendo lugar en
Cajasur de la calle Columela esquina a Sacramento.
La cofradía de Ntro. Padre Jesús Caído marcó huella
por la gran labor que en aquellos tiempos realizó
Bernardo Periñán y siempre de la mano de Manuel Delgado
de Mendoza, persona de exquisito gusto para estos
menesteres. Dicho nacimiento se armaban en diferentes
sitios según las circunstacias y en los últimos años lo
pudimos disfrutar en nuestra Catedral, con las conocidas
figuras de Ortiga. La cofradía de la Vera- Cruz, pionera
en nuestra Ciudad de tantas cosas que reseñar, se
sumó pronto a estas manifestaciones y recordamos los
montados en su antigua Casa de Hermandad, en la calle
Veedor y posteriormente en locales cedidos como fue el tan
atrayente de los años 70, en la esquina de San Francisco
con Beato Diego José de Cádiz, llamativo en aquella época
por sus cambios de luces
y siempre bajo la atenta mirada de Manuel Miraut.
Muchas son las hermandades así como entidades que se han
ido sumando con el paso de los tiempos, pero en aquellos años
ya tan lejanos era verdaderamente admirable contemplar el
de la Asociación de Sordomudos de Cádiz, situada en la
calle San Miguel nº 8; las casas nobles de Cádiz y los
grandes apellidos se sumaban a dichas manifestaciones
basta recordar los Pemán, Aramburu o los Ariza siempre
con la delantera de la Bandera de España y el cielo
pintado por el recordado Fofi; a ellos se sumaban gran
parte de los
hogares gaditanos, aminorando los espacios comunes en
aquellos días navideños,
los Seguras en los Callejones, los Marrero
en la calle Robles o los Ruffonni en la calle San
Miguel dan fe de ellos.
Los nacimientos vivientes era otra modalidad y los
veinticinco años consecutivos del colegio de San Martín,
lo avalan por sí sólo. Ni que decir
tiene que la Asociación de Belenistas de Cádiz desde
1992, marcó un antes y un después en nuestra ciudad, en
cuanto a la forma
de instalar los nacimientos o belenes. Lo tradicional en Cádiz
era el montaje a base de papel encolado, pintado y
espolvoreado con tintes de diversos colores, el corcho era
utilizado y se impuso posteriormente dando más verismo a
la escenografía, por tanto la maquetación es algo
reciente e importada del marco de Jerez y a su vez de
Cataluña.
En lo referente a las figuras, en aquellos años de
penuria las más usuales eran las de serie y de Olot,
talleres que palió desde
la posguerra las faltas ocasionadas por nuestra
confrontación incivil. Los talleres de la calle San
Francisco Javier dejaron huella en la chiquillería de la
época por su forma de confeccionar “los muñecos”.
Era verdaderamente delicioso la llegada de estas fiestas y
contemplar los escaparates del Bazar España con figuras
realizadas en Granada y debida a los talleres del escultor
Gracia. La Cubana, el bazar la Paloma o el afamado estanco
del Ciego no se quedaban atrás. Desde el Puerto de Santa
María y en la calle Postigo nº 16, Ángel
Martínez nos deleitaba con verdaderas obras de
arte, afortunadamente hoy recuperados los moldes podemos
disfrutar de todas aquellas que se perdieron. Los talleres
de Murcia se sumaba al evento y recogiendo la tradición
de Salcillo que no es otra que la que Carlos III, hombre
de gran sensibilidad y devoción, nos trajo desde
Nápoles. La reciente incorporación de escultores
como Mayo de Madrid, Mariscal de Granada,
Castells de Barcelona
así como los más actuales modelos en resina,
completan hoy en día y posibilitan una estimable oferta a
la hora de poblar estos
nacimientos que desde 1233, según la tradición,
San Francisco de Asís celebrando una misa en una cueva de
Greccio, en la Umbría, con una imagen del Niño Jesús
colocada en un pesebre con una mula y un buey vivo nos
legara.
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