Despertaba al fin la Cuaresma en Cádiz, la ciudad trataba de quitarse los coletazos de la otra fiesta de la ciudad, cuando en la puerta de San Agustín se empezaba a agolpar la gente con ganas de la llegada del nuevo tiempo. El clima acompañaba y la tarde era apacible, lo temprano de la salida y el que la jornada siguiente fuera festivo ayudaba a que más gaditanos quisieran acercarse a contemplar el tránsito de este primer cortejo que iba a poner rumbo a la Catedral de la ciudad, para hacer allí el rezo del Santo Vía Crucis.
Presidía el acto la imagen del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, siempre imponente el Señor que tallara Jacinto Pimentel, se presentaba ante los fieles como lo hiciera tiempos de antaño.
Un templete cobija de nuevo a la antigua imagen, unas andas en la que los cofrades del Domingo de Ramos se han afanado en trabajar en estos dos años y cuyo esfuerzo y desvelo ha dado sus frutos. Respecto a la base presentada el pasado año y ejecutada por el sanluqueño Jesús Guerrero, los hermanos de Humildad y Paciencia han afrontado mejoras como la terminación y mayor altura de estípites, o la incorporación de un cielo bordado de estrellas realizado por la bordadora gaditana Rosa Mª Reyna.
Un amplio cortejo de hermanos, acompañado también de cofrades de otras Hermandades, antecedía las andas del Cristo, que acompañado por la capilla musical ‘San Pablo’ y el Ensamble ‘Stella Maris’ avanzaba por calles del centro de la ciudad, siempre arropada desde las aceras por los gaditanos. Llegados a la Seo se situó el paso en el altar mayor, para tras un tiempo quizás excesivo y en un templo casi a oscuras comenzar el rezo de las catorce estaciones, en un Vía Crucis estático que quizás nos llama a volver a celebrar con la imagen que presida recorriendo la girola del primer Templo. Se sucedieron los lectores para cerrar en la última estación el Obispo Diocesano, don Rafael Zornoza.
Cumplido el rito el cortejo de nuevo partió hacia San Agustín, siempre arropado desde las aceras. Con buen ritmo avanzaba el Cristo, de lejos los ecos de la trasnochada fiesta que debiera haber terminado el día anterior, pero que de manera torpe fue prorrogada por la aún corporación municipal. Cerraron las puertas de San Agustín y con ello el primer gran acto de la Cuaresma de Cádiz, donde la Cofradía de la Humildad y Paciencia rayó a gran altura.
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