El
Joven en el Mundo Cofrade
Mucho se habla sobre el papel de la juventud en el
mundo de las cofradías. Para unos, el joven es el
futuro de las mismas, para otros, una apuesta
obligada, una necesidad. La capacidad de atracción
de jóvenes por parte de las cofradías es enorme,
esto contrasta con el escaso interés de los jóvenes
por la religión en general. Para las cofradías, la
faceta misionera, especialmente si hablamos de
jóvenes y niños, es bastante novedosa.
En esta nueva dimensión de las cofradías es en la
que hay que encuadrar la formación y el
acompañamiento de los jóvenes, como una opción libre
en la que el joven cofrade participa voluntariamente
en función del interés que le despierte y del grado
de concienciación que logremos transmitirle, y que
se enmarca dentro de un entorno propio de tiempo
libre que es la cofradía.
No vale sólo con ingresar a los jóvenes directamente
en cursos de confirmación. Es una realidad que los
jóvenes tras confirmarse desaparecen de las
parroquias. La confirmación debe ser nuestro fin,
pero no una imposición.
Hay que empezar por conocer a la juventud actual y
sus valores tanto positivos como negativos y siempre
desde un acompañamiento, que, como dice el jesuita
José Mª Rambla, no debe ser, ni dirigir, ni enseñar.
Se obtienen mejores frutos de convivencias, charlas
informales, excursiones o cursos específicos, que de
temarios cerrados.
Hay que llevar también la labor evangelizadora y
cofrade a los más pequeños, ahora que muchos de
ellos no conocen apenas nada acerca de Dios. En las
cofradías hay muchas actividades habituales en las
que se puede ofrecer ese acompañamiento, pudiéndose
evidenciar valores como la fraternidad, la
penitencia o la caridad.
Y llegamos a la salida procesional. Como principal
acto de culto público de la cofradía conviene formar
a los jóvenes al respecto, explicándoles su
finalidad, la importancia de la confesión
sacramental previa para participar en gracia de
Dios, el motivo y sentido de la estación de
penitencia, el misterio que se representa, etc. Hay
que redescubrir la penitencia como paso en la
peregrinación hacia el Padre, con el Hijo y el
impulso del Espíritu Santo, a través de la mediación
de la Virgen María, en compañía del resto de
hermanos, como llamada y camino de conversión.
Al final, todo debe converger a los planes de
pastoral de la diócesis, pero con cuidado, el
acompañamiento debe ser siempre voluntario, que, si
se sabe hacer, se convierte en algo natural pero
que, si se obliga, se diluye en nuestras manos. En
resumen y haciendo un símil, hagamos "una cofradía
joven para un mundo joven".