Formación Cofrade

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La Formación en las Cofradías

Un modelo para la Diócesis de Cádiz y Ceuta


 

Autor: Francisco Espinosa de los Monteros Sánchez, Secretario de la Hermandad de la Vera-Cruz de Puerto Real (Cádiz)

 

 

1.      INTRODUCCIÓN

 

Los perfiles religiosos y formativos de los cofrades actuales conforman un panorama realmente complejo, que varía de unos lugares a otros. La capacidad de atracción global de las cofradías es enorme, aunque una observación profunda nos muestra que la cultura cofrade cristiana es en muchos casos fragmentaria y llena de contradicciones y desviaciones[1]. Una característica que se puede observar a simple vista es la de la estratificación, diferentes grupos de personas que no pueden ser tratados del mismo modo formativamente hablando, ya que el incluir a unas automáticamente puede desechar a las otras.

 

Desde el Magisterio de la Iglesia se llama frecuentemente a la necesidad de una formación adecuada: “Para que los laicos puedan desempeñar adecuadamente y con celo sostenido esta misión, necesaria e ineludible hoy más que nunca, tenemos que ofrecerles instrumentos de formación de su ser cristiano y de su vocación peculiar.. Hay que reconocer a los laicos el derecho que tienen a recibir formación en la Iglesia. Ellos a su vez tienen la responsabilidad de esforzarse por formarse más y mejor con la ayuda de los pastores y con los medios con que cuenta la comunidad cristiana a este respecto”[2] o también “Todos ellos (asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles) alcanzarán tanto mejor sus objetivos propios y servirán tanto mejor a la Iglesia, cuanto más importante sea el espacio que dediquen en su organización interna y en su método de acción, a una seria formación religiosa de sus miembros. En este sentido, toda asociación de fieles en la Iglesia debe ser, por definición, educadora de la fe”[3], la formación es además un derecho que está reconocido en el Derecho Canónico[4].

 

Esta formación se hace siempre en nombre de la Iglesia cuando: “caemos en la cuenta de la naturaleza esencialmente eclesial de nuestra fe personal, desarrollando el conocimiento y la estima de la Iglesia como fuente y matriz permanente de la fe, por medio de ella nos llega la asistencia de Dios... De ahí que hay una inseparable unión de predicación auténtica del Evangelio y la incorporación real de los cristianos a la Iglesia histórica de Jesucristo”[5].

 

La realidad a la que nos enfrentamos es de todos conocida: secularización, alejamiento de los sacramentos, aversión a todo lo que signifique un orden establecido y por ende a las estructuras de la Iglesia, desconocimiento de la fe, etc. Para esta realidad hemos de superar esta formación deficiente en la dimensión misionera que se nos ha encomendado, debido en parte a la escasez de agentes para la misión[6]. Así, podremos cumplir con el objetivo de la “atención prioritaria a la atención básica y permanente de los fieles cristianos de las Hermandades y Cofradías”[7], a la que también hace referencia la Conferencia Episcopal cuando dice que “deseamos hacer una nueva invitación en favor de una pastoral evangelizadora más acuciante, que asuma entre sus prioridades la Iniciación cristiana...”[8]. Se hace necesaria en resumen “una segunda evangelización que suponga la evangelización de los alejados, la reevangelización de los cristianos, la cercanía a los que se están alejando y una auténtica iniciación cristiana”[9].

 

Pero hay que tener en cuenta que, para las hermandades, la faceta misionera es bastante novedosa, acostumbradas durante siglos a dar culto público a sus titulares, ejercer labores de ayuda comunitaria y caridad a los necesitados. Todo ello sin olvidar sin embargo que las hermandades han tenido y tienen campos de evangelización en los que han sido pioneras, tales como el de la palabra (las hermandades se logran acercar al pueblo de Dios más de lo que pueden hacer el resto de grupos eclesiales), la caridad (las hermandades probablemente han sido las primeras ONGs de la historia), la imagen (debido a la fuerte atracción que ejercen estas sobre las personas especialmente el día de la salida procesional), o la cultura (como parte que forman de las tradiciones de nuestro pueblo)[10].

 

2.      UN MODELO FORMATIVO

 

Vamos a presentar un modelo de lo que puede ser la formación en las cofradías, entendiendo que en ellas se dan realidades muy distintas a las cuales hay que estar adaptados. De todos modos y, como idea general, hay que aplicar la formación en las cofradías siguiendo los modelos postulados por nuestro obispo diocesano en cuanto a la formación de los alejados, aunque afortunadamente no es así en todos los casos. Pero, si intentamos ignorar esta realidad, perdemos a la inmensa mayoría de los cofrades y, como dice Fray Ricardo de Córdoba, “es peligroso que la Semana Santa pierda la fe”.

 

Hay que entender que la formación es una opción libre en la que el cofrade participa o deja de hacerlo voluntariamente en función del interés que le despierte y del grado de concienciación que logremos transmitirle. Y se enmarca dentro de un entorno propio de tiempo libre que es la cofradía. Por ello no debe convertirse en un proceso tedioso ni equipararse a la formación académica. Debe ser permanentemente creativa y satisfactoria tanto en los contenidos como en cuanto a las formas de planteamiento[11].

 

El primer paso para establecer unos planes de formación sería el de elaborar un directorio o temario específico de formación cofrade básica que sirviera como guión de trabajo y aclarara las materias fundamentales, incluyendo además material opcional a utilizar en cada caso particular. El objetivo de este directorio de formación básica debe ser el de la formación integral, por la que el Cristiano vive su fe y da ante el mundo “razón de su propia esperanza” (1 Pe 3, 15).

 

Se puede partir de un plan a 3-5 años como los que se utilizan a menudo en la catequesis de adultos, dentro del plan se podrían formar una serie de bloques compactos (historia de las cofradías, fraternidad, el misterio pascual, cristología, etc.), los cuales podrían servir de base para la formación cofrade de las distintas capas formativas, ya fuera como bloques independientes o como partes de un todo, adecuándose cada cofradía a sus necesidades y posibilidades reales. Este directorio debe estar realizado por y para cofrades, aunque también es necesaria la presencia de los agentes de pastoral, pero ha de quedar claro su fin. Más adelante se puede ver un bosquejo de plan de formación básico, hay que anotar que los temas catequéticos siguen en parte las orientaciones del Tercer Catecismo de la Comunidad Cristiana “Esta es nuestra fe”, EDICE, 1987.

 

Para la elaboración de este directorio de formación cofrade básica sería deseable poder reunir a personas experimentadas dentro de la función formativa y especialmente en el apartado cofrade dentro del ámbito diocesano.

 

La idea básica es que hay que entender el nivel formativo dentro de las hermandades como formado por una serie de círculos concéntricos, con distintos estratos, capas o niveles en función de la integración y compromiso de los cofrades que los conforman. Todo el modelo de proceso formativo debe seguir un modelo interactivo y no cerrado. Como base para el análisis de las acciones formativas nos podemos basar en la filosofía PDCA de mejora continua de procesos de Deming (Plan-Do-Check-Act); dicha filosofía circular propone la necesidad de emprender una planificación previa, para luego ponerla a prueba, revisarla en base a los resultados obtenidos, actuar en consecuencia y rediseñar basándose en las acciones correctoras definidas para así volver de nuevo al principio hasta obtener los resultados deseados. Otro modelo utilizado por Acción Católica consiste en la filosofía del Ver, Juzgar y Actuar.

 

La distribución de las diferentes capas formativas dentro de una hermandad podría ser la siguiente:

 

El núcleo o primera capa estaría formado por cofrades adultos en la fe y que están comprometidos con su cofradía todo el año. Este tipo de cofrades sería el que asumiría el liderazgo en la formación dentro de su cofradía. Para esto sería necesario una formación específica por medio de escuelas de formadores a nivel ya sea arciprestal ya sea diocesano, con la cual conseguiríamos cofrades comprometidos y debidamente formados que en sintonía con el Director Espiritual pudieran implantar la acción misionera en cada cofradía o localidad, aliviando así en las funciones a los agentes de pastoral, ya que “la nueva evangelización se hará, sobre todo, por los laicos, o no se hará”[12]. Dentro de este grupo de personas de cada cofradía podría tomar especial relevancia la figura del Vocal de Formación que acertadamente ha sido introducido dentro de la estructura de las futuras juntas de gobierno de las hermandades de la diócesis, además sería deseable la presencia de otros miembros de la Junta de Gobierno que optaran libremente por esta realidad.

 

La formación de formadores debería abarcar, además de los temas eminentemente catequéticos y formativos que aparecieran en el directorio de formación básica cofrade, otros temas necesarios para su labor misionera (temas de animación, dinámicas de grupo, etc.). Además, hasta tener este grupo perfectamente conformado no tiene sentido atacar coherentemente la segunda capa o estrato formativo, ya que “la evangelización sin evangelizadores no tiene sentido” y también “sin laicos convertidos a Cristo, convencidos de su identidad y vocación y bien formados para la misión, es imposible ningún proyecto pastoral que haga avanzar a la Iglesia y a la evangelización”[13].

 

Sería además vital facilitar caminos para la realización de estudios universitarios dentro del ámbito de la Teología o las Ciencias Religiosas en la diócesis para las personas de este grupo de formadores que así lo desearan, aquí debe haber un apoyo decidido tanto de las instituciones diocesanas como de las hermandades y consejos locales, ofreciendo vías de financiación para este tipo de estudios que son una decidida apuesta de futuro para la evangelización en la diócesis.

 

En una segunda capa estarían la mayoría de los miembros de junta de gobierno, juntas auxiliares, cofrades con cierto grado de compromiso, adultos con inquietudes, etc.; algunos de ellos también están comprometidos con su cofradía todo el año, pero no experimentan una especial vivencia de la fe ya sea porque no han recibido la formación adecuada, por alejamiento de las estructuras eclesiales, etc. A este grupo de personas no es válido aplicarles directamente el plan de pastoral diocesano, y no es por querer vivir apartados del resto de las comunidades parroquiales, sino por una serie de razones bastante esclarecedoras. Así, si analizamos con frialdad el nivel formativo de los cofrades de este grupo (que son mayoría con respecto a los del primer grupo) habría que tomarlos más como "alejados" de la fe, que como personas "adultas" en la fe y en los que, por tanto, se necesita una acción misionera más que catequética y pastoral para “suscitar una fe y conversión iniciales[14]. Además, en las cofradías se dan vivencias de comunidad, aspectos fraternales, diferentes grupos de edad, etc.; en resumen, una serie de factores que hacen necesaria una atención pastoral dedicada.

 

Este segundo grupo sería formado sobre la base de ese plan de formación básica pero de un modo más interactivo y adaptado a cada realidad. Por eso es importante no establecer plazos, dejando cada hermandad o consejo local a su ritmo, lo importante es terminar bloques formativos dejándolos cerrados y que deberían ser realizados en breve espacio de tiempo para no perder el hilo transmisor; alternando todo esto con otros temas más atrayentes en los cuales siempre se les puede dar tintes formativos a través de temas afines. Es importante a la hora de planificar la formación tener en cuenta los tiempos litúrgicos, los cuales hacen más atrayentes determinados temas dependiendo de la fecha en la que estemos. Toda esta formación puede y debe tender a los planes de pastoral diocesanos, los cuales están siempre disponibles en la parroquia o arciprestazgo como ampliación para los interesados en avanzar en el desarrollo de su fe.

 

En una tercera capa estarían los jóvenes cofrades. Aquí también hay un enorme trabajo a desarrollar. No vale tampoco con ingresarlos directamente en cursos de confirmación, la realidad es que la formación religiosa está desapareciendo de las escuelas y el desconocimiento de los puntos fundamentales es abrumador. Es constatable además que a los jóvenes les preocupan los aspectos externos más que los internos en sintonía con la forma de entender la vida de la juventud actual, donde afloran los sentimientos y hay una extraordinaria percepción al color, la luz, los sonidos, etc. Hay que empezar por conocer a la juventud actual y sus valores tanto positivos como negativos. Y siempre desde el acompañamiento, “a menudo hablamos de preocuparnos “por” los jóvenes cuando deberíamos preocuparnos “con” los jóvenes”[15].

 

Es una realidad que incluso se ha puesto de manifiesto en las conclusiones del pasado sínodo diocesano, indicándose que los jóvenes tras confirmarse desaparecen de las parroquias[16]. Además, el no darles otra salida excluiría a los jóvenes ya confirmados. Hay que tener en cuenta que hasta los 25 años se pueden considerar jóvenes. La confirmación debe ser nuestro fin, pero no una imposición.

 

Se hace necesaria una pastoral para el joven cofrade en la que se integren los elementos principales de la vivencia cofrade para ir muy suavemente añadiendo detalles más profundos, así preguntas como ¿quiénes somos?, ¿dónde estamos? ó ¿hacia dónde vamos?, cobran especial interés. Hay que recordar que hay que realizar un acercamiento a sus realidades[17]. Así la catequesis de confirmación debe ser una consecuencia de todo esto. Para todo lo referenciado se hace necesario formar cofrades en las particularidades catequéticas, de acompañamiento y de animación de los jóvenes, lo que serían los “animadores de pastoral juvenil” tan acertadamente propuestos en la constitución sinodal “la evangelización de los jóvenes”[18] y llegar a formular al menos una guía de lo que debe ser esta formación. En el caso de jóvenes tienen más validez convivencias, mesas redondas, charlas informales, cursos específicos, labores de acompañamiento, etc. que temarios cerrados.

 

Por supuesto, dentro de esta categoría podríamos hablar también de los niños. Las cofradías deben ser conscientes de que probablemente este acercamiento a la juventud lo debemos hacer también cuando aun son niños, dándonos a conocer y haciéndoles sentirse como en su casa. Hemos de llevar también la labor evangelizadora y cofrade a los más pequeños ahora que muchos de ellos no conocen apenas nada acerca de Dios[19]. Al final, todo debe converger de nuevo a los planes de pastoral de la diócesis, pero con cuidado, la formación debe ser siempre voluntaria, que si se sabe hacer se convierte en algo natural pero que si se obliga se diluye en nuestras manos.

 

En la cuarta y última capa estarían los hermanos de nuevo ingreso e incluso los hermanos de número que solo tienen como ideal el salir una vez al año si acaso. Se debe trabajar para establecer mecanismos de formación para los hermanos de nuevo ingreso, no vale con entregarles el estatuto. Así es conveniente trabajar en temas como la formación para la salida procesional, folletos informativos, boletines, etc. Todos estos temas son asistemáticos y ocasionales y, por tanto, merecen atención personalizada. Estos son ejemplos de utilización del propio ritmo y circunstancias de la cofradía, acomodándose a ellos de forma que se puede realizar una verdadera formación. No se trata ya de convocar un grupo comprometido a una asistencia periódica, sino de contar con un círculo de asistentes más amplio, a los que no se les exige la misma continuidad. Se enmarca así de nuevo dentro de la “pastoral de alejados”, que supone una invitación continua pero respetuosa, no insistente, a un mayor compromiso y vinculación. Hay que tener en cuenta que en las cofradías hay muchas actividades habituales que o bien son formativas o lo pueden ser, pudiéndose evidenciar valores como la corresponsabilidad fraterna, la gratuidad, la penitencia,  la caridad, etc.

 

Un ejemplo de formación asistemática puede ser el boletín de la cofradía. En él, se pueden tratar temas como: pensamiento cristiano; contenidos de fe: teológicos y litúrgicos; dimensión penitencial y devocional de la Cofradía; aspectos artísticos, culturales e históricos; conocimiento de las procesiones; conocimiento de otras festividades y actividades de la Hermandad; conocimiento de las actividades formativas, caritativas, etc. Los boletines de las cofradías tienen la virtud de llegar a todos los hermanos, a los activos y a los más alejados, incluso a no cofrades, y de forma lenta pero continuada influyen en la visión que unos y otros tienen de lo que es la hermandad, su vida y lo que pretende ser y hacer[20].

 

La admisión de cualquiera como cofrade es ordinariamente un mero trámite; pero existe un momento en que a ese admitido se le recibe, bien se trate de una imposición de medalla, hábito, primera salida procesional, etc. Es en este periodo, en que el nuevo hermano ya ha sido admitido, y antes de recibirle como tal y concederle la plenitud de derechos, donde conviene situar la formación al ingreso.

 

En cuanto a los contenidos, la formación en el inicio es una iniciación a los grandes temas cofrades: Breve Historia de la Cofradía. Definición de sus fines y objetivos (fraternidad, caridad, formación, culto, etc.). La devoción titular: explicación del misterio venerado y su significado. Significado eclesial de la cofradía. Forma de gobierno de la Cofradía y órganos de gobierno. Derechos y deberes de los cofrades. Calendario de actividades. Ritos y tradiciones importantes. Algunas cuestiones que es preciso aclarar, según los casos: participación de las mujeres, de los niños, etc.[21] Todo este texto podría formar lo que se puede entender como un “catecismo cofrade” y que podría ser una actividad interesante como colofón del primer bloque del curso básico de formación que se referenciará más adelante.

 

Otro tema a tener en cuenta para la formación en el inicio es el de la salida procesional. Como principal acto de culto público de la Hermandad, conviene formar a los hermanos al respecto, explicándoles su finalidad, la importancia de la confesión sacramental previa para participar en gracia de Dios, el motivo y sentido de la estación de penitencia como acto corporativo de rezo, el misterio que se representa, etc. Hay que redescubrir la penitencia como paso en la peregrinación hacia el Padre, con el Hijo y con el impulso del Espíritu Santo y la ayuda de la Virgen María y la compañía de los Hermanos, como llamada y camino de conversión[22].

 

Hay algunos temas específicos que no se encuadran en ninguno de las cuatro capas anteriores y que podrían ser tratados como bloques monográficos: formación para vocales de caridad, formación para la mujer, formación de directivos, etc. y que deben ser tenidos en cuenta.

 

Pero está claro que tiene que haber un grupo de liderazgo a escala diocesana (o al menos arciprestal) que trabaje en estos temas, este grupo puede ser heterogéneo pero necesariamente formado por cofrades comprometidos con el apoyo decidido de los agentes de pastoral.

 

Paso a exponer un esbozo de lo que podría ser parte del temario de formación básica al cual nos hemos referido en puntos anteriores y que podría servir de base para nuestros objetivos. En la confección de este plan he de agradecer a Javier Fresno Campos, seminarista de Zamora y experto en temas de formación cofrade, su ayuda ya que él ha sido el que me ha dado las líneas maestras para esbozarlo y tratar los primeros temas.

 

3.      UN EJEMPLO DE TEMARIO DE FORMACIÓN BÁSICA COFRADE

 

Hablamos de formación básica a un temario de formación sistemático (porque sigue un orden lógico), integral (porque atiende a todos los contenidos de la fe) y básico (porque como el catecismo quiere ser un camino básico para la fe del cofrade).

 

Hay que anotar la relación de este temario, con sus particularidades, con la formación de adultos. Así, en el número 47 de la instrucción “Catequesis de Adultos, Consideraciones pastorales”, de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis (1991), podrían quedar situados muchos cofrades: “Entre los adultos que tienen necesidad de catequesis cabe destacar dos tipos de destinatarios bastante diferentes: los que vienen de la increencia y la indiferencia y los que, vinculados a la comunidad cristiana, necesitan una sólida fundamentación de su fe. Los primeros son aquellos adultos que, por una u otra razón, han vivido largo tiempo alejados de la fe pero que, en un momento dado como consecuencia de algún encuentro, acontecimiento, anuncio evangélico..., que les ha impactado interiormente, sienten verdadero interés por acceder a un sentido cristiano de vivir... [Entre los segundos] aquellos adultos que, manteniendo una vinculación habitual con la comunidad cristiana, se encuentran sin embargo deficientemente iniciados en la fe. [Y entre estos] adultos que, contentándose con formas de religiosidad popular, no se han visto alentados a caminar hacia una verdadera adhesión personal a Jesucristo”.

 

Por su dimensión cofrade esta formación combina los contenidos básicos de la fe con otros que hacen referencia a la propia identidad de la hermandad. Y asimismo remarca más aún la dimensión comunitaria de esta formación que, si ya está presente en todo proceso formativo en la Iglesia, en una cofradía adquiere especial relieve.

 

Este temario está pensado para una extensión de 3 a 5 años. Los temas están hechos de tal modo que son independientes entre sí y pueden darse en una sesión de aproximadamente una hora, pudiéndose optar por extender determinados temas en función del interés que despierte. Para ello se ofrece material adicional de ampliación.

 

Los destinatarios de este programa son los cofrades en general (a los que nos hemos referido anteriormente como las capas primera y segunda), excluyendo sólo aquellos que estén siguiendo un proceso de iniciación cristiana (niños, jóvenes, cofrades de nuevo ingreso) o estén pendientes de hacerlo. Son por tanto cristianos que han completado su iniciación pero requieren una mayor profundización, quizá un redescubrimiento de su fe, generalmente inmersos en el contexto de religiosidad popular ya descrito, dicho contexto los asemeja más bien a la categoría de los alejados de la fe y no deben ser por tanto tratados como un grupo maduro cristianamente hablando salvo casos excepcionales. La concienciación y motivación previas al desarrollo de un programa de esta amplitud merecen especial atención.

 

Dirigida a los cofrades, esta formación requiere por eso mismo una adaptación metodológica para cada tipo de destinatarios. En general, se basa en el estudio y discusión en grupo de una serie de temas, aunque la forma concreta de este estudio puede poner más acento en el papel del formador o en el grupo. Del mismo modo debe existir una adaptación de los diversos ritmos a las características del grupo, o bien su adecuación a otros ritmos externos (el tiempo litúrgico, el calendario de actividades de la cofradía, etc.). Pero como formación integral no se puede limitar a un estudio teorético de los contenidos de la fe, sino que además de la exposición de estos necesariamente combinará una serie de elementos (oración, celebración, compromiso, revisión de vida).

 

Este temario no ha de darse necesariamente según el ritmo expuesto más abajo sino que cada cofradía debe marcarse unos objetivos reales, es más importante abarcar en un año un bloque con profundidad que intentar dar todo a toda costa. Además, para que previamente se pueda atacar este temario con solvencia es importante que algunos miembros de la cofradía estén implicados seriamente en la formación (puede ser un directivo, el Vocal de Formación, etc.) y así hayan recibido previamente esta formación junto con temas de catequética, animación etc. dentro de lo que sería una escuela de formación de formadores a escala arciprestal o diocesana.

 

PRIMER AÑO

 

El objetivo central del primer año, tras analizar los valores de la cofradía penitencial, va a ser la figura de Jesús. Para avanzar en su estudio, vamos a necesitar de varias herramientas.

 

¿Por qué tanto Jesús? Porque su persona y su figura es el centro, tanto de la vida cristiana como de las cofradías. Normalmente los programas de catequesis, el mismo Catecismo de la Iglesia Católica, comienzan hablando de otras cosas: de la creación, de la idea de Dios, de la revelación... Pero en todos esos puntos, sin hablar antes de Jesús, acabamos remitiéndonos al dogma de la Iglesia.

 

Los cristianos no creemos en Dios porque sí, creemos en el Dios de Jesús, que en él y por él se nos manifiesta. Todo lo que conocemos de Dios es porque Jesús lo ha manifestado. Por eso, conociéndole a él, tenemos andada la mayoría del camino. Todo se nos hace muchísimo más fácil. Incluida la reflexión sobre el porqué del ser y la acción de las cofradías. Por eso este primer año su estudio va a ser el tema central.

 

Los bloques principales de los que se va a constar este primer año son los siguientes:

 

1. El significado de una cofradía penitencial, deduciéndolo de la evolución histórica del movimiento cofrade. Esto nos llevará unos 6 temas.

 

2. El Misterio Pascual: la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, los misterios centrales de nuestra celebración cofrade: 12 temas.

 

3. Las "anticipaciones" de la figura de Jesús en el Antiguo Testamento, lo que denominamos "Cristología del Antiguo Testamento", que nos explica cómo se entendía él y cómo le entendían sus contemporáneos: 5 temas.

 

4. El tiempo de Jesús: sociedad, economía, geografía, etc. 4 temas.

 

5. Una introducción a la lectura de los Evangelios, la herramienta que más debemos usar para conocer la figura de Jesús: 5 temas.

 

6. Finalmente llegamos a la parte central, y final, del curso: el estudio sistemático de Jesús, la Cristología. Eso nos llevará unos 16 temas.

 

1.      La Historia de las Cofradías Penitenciales.

 

El objetivo del estudio de la historia es entender mejor el hoy y el mañana. Para este caso, estudiaremos el modelo "básico" de cofradía, que se ha ido construyendo en el tiempo, y que nosotros tenemos que hacer realidad en el presente. Así, podremos entender mejor el significado de las cofradías penitenciales a través de su evolución histórica. Este bloque abarca 6 temas:

 

1º.-     Antes de los orígenes.

2º.-     Las primeras cofradías.

3º.-     El período barroco.

4º.-     Las sucesivas crisis y restauraciones.

5º.-     Las cofradías desde la posguerra a la actualidad.

6º.-     Dimensiones de la cofradía penitencial (fraterna, caritativa, social, penitencial, etc.).

 

2.      El Misterio Pascual.

 

Y ahora vamos con el Misterio Pascual. ¿Por qué lo colocamos aquí al principio? Hay una razón teológica: ser cristiano es ser seguidor de Cristo; nuestra adhesión no es a una doctrina o fe, sino a una persona. Del conocimiento de Cristo se deduce todo el resto del mensaje cristiano.

 

Esto explicaría por qué empezar con la Cristología. Pero el hacerlo, dentro de ésta, con el Misterio Pascual también tiene su porqué, ya que es el centro mismo de la vida de Jesús: la culminación de su obra, donde se nos da y se nos muestra más plenamente. Más de un autor ha señalado su centralidad en la comprensión y la enseñanza de quién es Jesús.

 

Pero también hay motivos de índole práctica. Para nosotros los cofrades, son los misterios que más fácilmente nos llegan, los que mejor conocemos. Y al mismo tiempo, aunque nos parezca increíble, también entre los cofrades hay desconocimientos palmarios de lo que supone el Misterio Pascual, incluso de la misma cronología de los hechos que celebramos año tras año. Esto no debe alarmarnos, sino ser un acicate para iniciar nuestra tarea. Este bloque va a constar de 12 temas:

 

1º.-     Introducción. Muerte y Resurrección como unidad.

2º.-     El problema de las fuentes.

3º.-     El relato de la Pasión.

4º.-     La Pascua judía.

5º.-     La última cena.

6º.-     La oración en el huerto.

7º.-     El proceso.

8º.-     El Vía-Crucis.

9º.-     La Crucifixión.

10º.- La Cruz.

11º.- El sepulcro.

12º.- La Resurrección.

 

3.      La Cristología del Antiguo Testamento.

 

Hasta ahora hemos repasado los hechos fundamentales del Misterio Pascual: la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Ahora nos tocaría entender su significación, en relación con el conjunto de su vida terrena y con su constitución de Hijo de Dios. Pero antes de tocar estos temas, vamos a dar un pequeño rodeo metodológico.

 

Hay algunas cuestiones que merecen ser tratadas antes. Para empezar, veremos muy sintéticamente lo que se denomina Cristología del Antiguo Testamento. Es decir, aquel conjunto de afirmaciones y textos de la Escritura judía que sirvieron de pauta a los cristianos para entender quién era Jesús y, lo que es más importante, sirvieron al propio Jesús para entenderse a sí mismo y su misión. Este bloque abarca 5 temas:

 

1º.-     Introducción a la Cristología del AT.

2º.-     El Mesías.

3º.-     El Emmanuel.

4º.-     El Hijo del Hombre.

5º.-     Otros Títulos: el Redentor, el Buen Pastor, el Príncipe Ungido, el Siervo de Yahvé.

 

4.      El tiempo de Jesús.

 

Iniciamos un nuevo bloque dentro de esta parte. Son unas unidades dedicadas a describir brevemente el tiempo de Jesús, con el fin de situar su vida y su persona. No son por tanto para el análisis con profundidad, sino para permitir un rápido vistazo de la situación. Vamos a describir muy brevemente los principales acontecimientos del pueblo judío, desde sus orígenes. Esto abarcará 4 temas:

 

1º.-     Breve historia de Israel.

2º.-     Situación Política y Religiosa en tiempos de Jesús.

3º.-     Geografía de Palestina.

4º.-     La literatura de la época: el Talmud, Midrash, Halaka, targúmenes, ...

 

5.      Introducción al Evangelio.

 

El tercer y último bloque de esta parte previa de la Cristología es una breve introducción a los Evangelios. O más bien, a su lectura, que ha de sernos necesaria para cualquier aproximación seria a la figura de Jesús.

 

Vamos a presentar de forma sencilla los evangelios: qué son, cómo se han compuesto, qué estructura y que forma literaria tienen... Son unos textos que todos conocemos de sobra, y que sin embargo ocultan una infinidad de sorpresas. Un ejemplo: estamos acostumbrados a la lectura, en Misa, de breves fragmentos del Evangelio (lo que se denomina "perícopas"), pero casi nunca hemos hecho el ejercicio de leerlos de corrido (lectura cursiva), una lectura que nos demuestra que son verdaderas piezas literarias, con su presentación, argumento, nudo, desenlace... Piezas en las que el autor intenta mantener nuestra atención con un despliegue de recursos literarios, jugando con los personajes, el tiempo, el espacio, la estructuración; e intenta transmitirnos una serie de ideas. Para evocar esto se analizará particularmente el Evangelio según San Marcos, ya que su extensión lo hace más factible.

 

Esto lo descubriremos en un método científico de lectura que denominamos "análisis narrativo": el método más sencillo para adentrarnos en una lectura "crítica" de estos textos. Pero hay otros muchos métodos científicos: el análisis de las formas, el estudio de la redacción, la crítica textual, el análisis retórico, semiótico, canónico, sociológico, antropológico-cultural, etc. Se puede decir que no existe en el mundo libro más analizado que la Biblia. Este bloque tiene 5 temas:

 

1º.-     Introducción a la lectura y análisis del Evangelio.

2º.-     La transmisión del Evangelio.

3º.-     El Evangelio de Marcos.

4º.-     El Análisis narrativo.

5º.-     Métodos de Análisis de la Escritura.

 

6.      Jesús de Nazaret. La Cristología.

 

Llegamos al corazón de todo este año y de todo el curso: la figura de Jesús de Nazaret. Hemos dado un largo rodeo. Ahora nos aproximamos a la figura central, alguien que a ninguno le deja indiferente, alguien sobre quien todos tenemos una idea, una concepción previa, un punto de partida. Este bloque por su importancia abarcará 16 temas:

 

1º.-         Introducción a la Cristología Bíblica. Síntesis de la historia de Jesús.

2º.-         La acción. Jesús y el Bautista. Jesús y el Reino.

3º.-         El Reino: las bienaventuranzas.

4º.-         Los signos del Reino: Milagros y Exorcismos.

5º.-         Los signos del Reino: el Perdón de los pecados, las comidas con los excluidos.

6º.-         El Discipulado.

7º.-         Cristología implícita y explícita.

8º.-         La Autoconciencia de Jesús en vísperas de su muerte.

9º.-         La Glorificación: la conexión entre muerte y resurrección.

10º.-     El acceso actual a Cristo Resucitado.

11º.-     La comprensión de Cristo en la Historia (Cristología Sistemática): los Evangelios, los Concilios, las respuestas insuficientes.

12º.-     El Jesús Histórico.

13º.-     Las grandes cuestiones cristológicas: Hijo de Dios, la Divinidad de Jesús, la Encarnación, la Kenosis.

14º.-     Las grandes cuestiones cristológicas: Dios y Hombre.

15º.-     Las grandes cuestiones cristológicas: la misión de Jesús. La Soteriología.

16º.-     Cristo: Camino, Verdad y Vida.

 

SEGUNDO AÑO

 

Este segundo año va a tener dos grandes objetivos: el estudio de la revelación y la liturgia. Además estudiaremos otros temas de gran importancia para la vivencia cofrade como son la fraternidad y las implicaciones sociales de las cofradías. Por último tendremos un bloque sobre la figura de Santa María, Madre de Dios y de la Iglesia.

 

Los bloques fundamentales que vamos a estudiar durante este segundo año del curso de formación son:

 

            7. El análisis de la cofradía como Comunidad: la Fraternidad. 7 temas.

 

            8. El estudio de la Revelación: X temas.

 

            9. El conocimiento de los elementos fundamentales de la Liturgia. X temas.

 

            10. El estudio de las relaciones de la cofradía con el mundo exterior y sus implicaciones. X temas.

 

            11. El conocimiento de la otra figura vital para el cofrade, la Virgen María. X temas.

 

7.      La Fraternidad.

 

La fraternidad no es cualquier cosa en la vida de la hermandad: es su médula. Por eso repasaremos qué significa la fraternidad para el sentir y el vivir cristianos. Este tema debe ser el marco en que situar la vivencia concreta de la fraternidad en nuestras hermandades. Este bloque tiene 7 temas:

 

1º.-         La cofradía como Comunidad. Análisis Histórico.

2º.-         Análisis Bíblico.

3º.-         Análisis Teológico.

4º.-         La dinámica comunitaria.

5º.-         La construcción de la comunidad.

6º.-         Animación social de las cofradías.

7º.-         La dimensión fraternal. El decálogo cofrade.

 

8.      Jesucristo Profeta.

 

Iniciamos el segundo de los cuatro grandes bloques teológicos de este curso. El año pasado, vimos el primero de estos bloques, que trataba sobre Jesucristo. Este año tendremos dos grandes bloques: uno sobre la revelación y otro sobre la liturgia. El próximo año veremos el cuarto, sobre la Iglesia y el Reino. Por tanto, el denominador común de los temas del presente bloque va a ser la revelación.

 

Primero nos adentraremos en el fenómeno de la revelación en sí mismo. Esto lo haremos en cuatro temas: la revelación natural, la revelación histórica del Antiguo Testamento, la del Nuevo, y finalmente un tema conclusivo sobre qué es en definitiva la revelación.

 

Llegados aquí, veremos los contenidos de esa revelación: qué nos dice de Dios, qué nos dice del hombre, qué nos dice del mundo, qué nos dice del futuro que nos espera.

 

Finalmente estudiaremos la transmisión eclesial de esa revelación, la fe, y la labor evangelizadora de la Iglesia y, dentro de ella, de las cofradías. Este bloque constará de X temas:

 

1º.-         La Revelación Natural.

2º.-         La Revelación Histórica: el AT.

3º.-         La Revelación Histórica: Jesucristo.

4º.-         Significado de la Revelación. Dei Verbum.

5º.-         El Misterio de Dios Padre.

6º.-         El Hijo y Señor nuestro, Jesucristo.

7º.-         El Espíritu Santo, Señor y dador de vida.

8º.-         El relato de la Creación.

9º.-         El significado del hombre a la luz de Jesús. Gaudium et Spes.

10º.-     El mal y el pecado.

11º.-     La Gracia divina.

12º.-     La Escatología. Parusía.

13º.-     El Juicio Final. El Purgatorio.

...

 

9.      Cristo Sacerdote.

 

En este tercer gran bloque del curso estudiaremos la liturgia con todas sus implicaciones: la oración, los sacramentos, la liturgia eucarística, etc.

...


 

[1] Cfr. Gracia Lagarda, ponencia en el XI encuentro nacional de cofradías, Zaragoza 1998.

[2] Apostolicam Actuositatem n. 29.

[3] Catechesi tradendae, n. 70.

[4] Cfr. CIC, 231 &1.

[5] Cfr “Testigos del Dios Vivo”, Documento de la Conferencia Episcopal Española sobre Identidad y Misión de la Iglesia, pp. 22 y 23.

[6] Cfr. Constitución Sinodal “la Evangelización de los alejados”, Sínodo Diocesano de Cádiz y Ceuta 2000, 5 y 6.

[7] Cfr. Constitución Sinodal “la Religiosidad Popular”, Sínodo Diocesano de Cádiz y Ceuta 2000, 14.

[8] Cfr. Conferencia Episcopal Española, “La iniciación cristiana”.

[9] Cfr. Trabajo, A. “Nueva Evangelización. Un proyecto práctico”.

[10] Cfr. Rvdo. Pedro Castón, “Campos de Evangelización para las Hermandades”, Actas del I Congreso Internacional de Hermandades y religiosidad Popular. Sevilla, 1999.

[11] Cfr. Javier Fresno, “Papeles de Formación cofrade”.

[12] Cfr. “Cristianos Laicos, Iglesia en el Mundo”.

[13] Cfr. Carta Pastoral del Obispo de Cádiz y Ceuta, + Antonio Ceballos Atienza, “Espiritualidad de un Laicado adulto y comprometido”, 2003.

[14] Cfr. Constitución Sinodal “la Evangelización de los alejados”, Sínodo Diocesano de Cádiz y Ceuta 2000, 11.

[15] Cfr. Francisco Espinosa de los Monteros, “La juventud cofrade, de esperanza a problema”.

[16] Cfr. Constitución Sinodal “la Evangelización de los jóvenes”, Sínodo Diocesano de Cádiz y Ceuta 2000, 2.

[17] Ibidem, 3.

[18] Ibidem, 13.

[19] Cfr. Francisco Espinosa de los Monteros, ponencia cit.

[20] Cfr. Nápoles, A. L., ponencia en el III Encuentro Nacional de Cofradías, Valladolid 1990).

[21] Cfr. Javier Fresno, ponencia cit.

[22] Cfr. José Ortiz, “Evangelizar la Estación de Penitencia”. Actas del I Congreso Internacional de Hermandades y religiosidad Popular. Sevilla, 1999.

 

 

 

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