La Formación en las Cofradías
Un modelo para la Diócesis de Cádiz y Ceuta
Autor: Francisco
Espinosa de los Monteros Sánchez, Secretario de la
Hermandad de la Vera-Cruz de Puerto Real (Cádiz)
1.
INTRODUCCIÓN
Los perfiles religiosos
y formativos de los cofrades actuales conforman un
panorama realmente complejo, que varía de unos
lugares a otros. La capacidad de atracción global de
las cofradías es enorme, aunque una observación
profunda nos muestra que la cultura cofrade
cristiana es en muchos casos fragmentaria y llena de
contradicciones y desviaciones.
Una característica que se puede observar a simple
vista es la de la estratificación, diferentes grupos
de personas que no pueden ser tratados del mismo
modo formativamente hablando, ya que el incluir a
unas automáticamente puede desechar a las otras.
Desde el Magisterio de
la Iglesia se llama frecuentemente a la necesidad de
una formación adecuada: “Para que los laicos puedan
desempeñar adecuadamente y con celo sostenido esta
misión, necesaria e ineludible hoy más que nunca,
tenemos que ofrecerles instrumentos de formación de
su ser cristiano y de su vocación peculiar.. Hay que
reconocer a los laicos el derecho que tienen a
recibir formación en la Iglesia. Ellos a su vez
tienen la responsabilidad de esforzarse por formarse
más y mejor con la ayuda de los pastores y con los
medios con que cuenta la comunidad cristiana a este
respecto”
o también “Todos ellos (asociaciones, movimientos y
agrupaciones de fieles) alcanzarán tanto mejor sus
objetivos propios y servirán tanto mejor a la
Iglesia, cuanto más importante sea el espacio que
dediquen en su organización interna y en su método
de acción, a una seria formación religiosa de sus
miembros. En este sentido, toda asociación de fieles
en la Iglesia debe ser, por definición, educadora de
la fe”,
la formación es además un derecho que está
reconocido en el Derecho Canónico.
Esta formación se hace
siempre en nombre de la Iglesia cuando: “caemos en
la cuenta de la naturaleza esencialmente eclesial de
nuestra fe personal, desarrollando el conocimiento y
la estima de la Iglesia como fuente y matriz
permanente de la fe, por medio de ella nos llega la
asistencia de Dios... De ahí que hay una inseparable
unión de predicación auténtica del Evangelio y la
incorporación real de los cristianos a la Iglesia
histórica de Jesucristo”.
La realidad a la que
nos enfrentamos es de todos conocida:
secularización, alejamiento de los sacramentos,
aversión a todo lo que signifique un orden
establecido y por ende a las estructuras de la
Iglesia, desconocimiento de la fe, etc. Para esta
realidad hemos de superar esta formación deficiente
en la dimensión misionera que se nos ha encomendado,
debido en parte a la escasez de agentes para la
misión.
Así, podremos cumplir con el objetivo de la
“atención prioritaria a la atención básica y
permanente de los fieles cristianos de las
Hermandades y Cofradías”,
a la que también hace referencia la Conferencia
Episcopal cuando dice que “deseamos hacer una nueva
invitación en favor de una pastoral evangelizadora
más acuciante, que asuma entre sus prioridades la
Iniciación cristiana...”.
Se hace necesaria en resumen “una segunda
evangelización que suponga la evangelización de los
alejados, la reevangelización de los cristianos, la
cercanía a los que se están alejando y una auténtica
iniciación cristiana”.
Pero hay que tener en
cuenta que, para las hermandades, la faceta
misionera es bastante novedosa, acostumbradas
durante siglos a dar culto público a sus titulares,
ejercer labores de ayuda comunitaria y caridad a los
necesitados. Todo ello sin olvidar sin embargo que
las hermandades han tenido y tienen campos de
evangelización en los que han sido pioneras, tales
como el de la palabra (las hermandades se logran
acercar al pueblo de Dios más de lo que pueden hacer
el resto de grupos eclesiales), la caridad (las
hermandades probablemente han sido las primeras ONGs
de la historia), la imagen (debido a la fuerte
atracción que ejercen estas sobre las personas
especialmente el día de la salida procesional), o la
cultura (como parte que forman de las tradiciones de
nuestro pueblo).
2.
UN MODELO FORMATIVO
Vamos a presentar un
modelo de lo que puede ser la formación en las
cofradías, entendiendo que en ellas se dan
realidades muy distintas a las cuales hay que estar
adaptados. De todos modos y, como idea general, hay
que aplicar la formación en las cofradías siguiendo
los modelos postulados por nuestro obispo diocesano
en cuanto a la formación de los alejados, aunque
afortunadamente no es así en todos los casos. Pero,
si intentamos ignorar esta realidad, perdemos a la
inmensa mayoría de los cofrades y, como dice Fray
Ricardo de Córdoba, “es peligroso que la Semana
Santa pierda la fe”.
Hay que entender que la
formación es una opción libre en la que el cofrade
participa o deja de hacerlo voluntariamente en
función del interés que le despierte y del grado de
concienciación que logremos transmitirle. Y se
enmarca dentro de un entorno propio de tiempo libre
que es la cofradía. Por ello no debe convertirse en
un proceso tedioso ni equipararse a la formación
académica. Debe ser permanentemente creativa y
satisfactoria tanto en los contenidos como en cuanto
a las formas de planteamiento.
El primer paso para
establecer unos planes de formación sería el de
elaborar un directorio o temario específico de
formación cofrade básica que sirviera como guión de
trabajo y aclarara las materias fundamentales,
incluyendo además material opcional a utilizar en
cada caso particular. El objetivo de este directorio
de formación básica debe ser el de la formación
integral, por la que el Cristiano vive su fe y da
ante el mundo “razón de su propia esperanza” (1 Pe
3, 15).
Se puede partir de un
plan a 3-5 años como los que se utilizan a menudo en
la catequesis de adultos, dentro del plan se podrían
formar una serie de bloques compactos (historia de
las cofradías, fraternidad, el misterio pascual,
cristología, etc.), los cuales podrían servir de
base para la formación cofrade de las distintas
capas formativas, ya fuera como bloques
independientes o como partes de un todo, adecuándose
cada cofradía a sus necesidades y posibilidades
reales. Este directorio debe estar realizado por y
para cofrades, aunque también es necesaria la
presencia de los agentes de pastoral, pero ha de
quedar claro su fin. Más adelante se puede ver un
bosquejo de plan de formación básico, hay que anotar
que los temas catequéticos siguen en parte las
orientaciones del Tercer Catecismo de la Comunidad
Cristiana “Esta es nuestra fe”, EDICE, 1987.
Para la elaboración de
este directorio de formación cofrade básica sería
deseable poder reunir a personas experimentadas
dentro de la función formativa y especialmente en el
apartado cofrade dentro del ámbito diocesano.
La idea básica es que
hay que entender el nivel formativo dentro de las
hermandades como formado por una serie de círculos
concéntricos, con distintos estratos, capas o
niveles en función de la integración y compromiso de
los cofrades que los conforman. Todo el modelo de
proceso formativo debe seguir un modelo interactivo
y no cerrado. Como base para el análisis de las
acciones formativas nos podemos basar en la
filosofía PDCA de mejora continua de procesos de
Deming (Plan-Do-Check-Act); dicha filosofía circular
propone la necesidad de emprender una planificación
previa, para luego ponerla a prueba, revisarla en
base a los resultados obtenidos, actuar en
consecuencia y rediseñar basándose en las acciones
correctoras definidas para así volver de nuevo al
principio hasta obtener los resultados deseados.
Otro modelo utilizado por Acción Católica consiste
en la filosofía del Ver, Juzgar y Actuar.
La distribución de las
diferentes capas formativas dentro de una hermandad
podría ser la siguiente:
El núcleo o
primera capa estaría formado por cofrades
adultos en la fe y que están comprometidos con su
cofradía todo el año. Este tipo de cofrades sería el
que asumiría el liderazgo en la formación dentro de
su cofradía. Para esto sería necesario una formación
específica por medio de escuelas de formadores a
nivel ya sea arciprestal ya sea diocesano, con la
cual conseguiríamos cofrades comprometidos y
debidamente formados que en sintonía con el Director
Espiritual pudieran implantar la acción misionera en
cada cofradía o localidad, aliviando así en las
funciones a los agentes de pastoral, ya que “la
nueva evangelización se hará, sobre todo, por los
laicos, o no se hará”.
Dentro de este grupo de personas de cada cofradía
podría tomar especial relevancia la figura del Vocal
de Formación que acertadamente ha sido introducido
dentro de la estructura de las futuras juntas de
gobierno de las hermandades de la diócesis, además
sería deseable la presencia de otros miembros de la
Junta de Gobierno que optaran libremente por esta
realidad.
La formación de
formadores debería abarcar, además de los temas
eminentemente catequéticos y formativos que
aparecieran en el directorio de formación básica
cofrade, otros temas necesarios para su labor
misionera (temas de animación, dinámicas de grupo,
etc.). Además, hasta tener este grupo perfectamente
conformado no tiene sentido atacar coherentemente la
segunda capa o estrato formativo, ya que “la
evangelización sin evangelizadores no tiene sentido”
y también “sin laicos convertidos a Cristo,
convencidos de su identidad y vocación y bien
formados para la misión, es imposible ningún
proyecto pastoral que haga avanzar a la Iglesia y a
la evangelización”.
Sería además vital
facilitar caminos para la realización de estudios
universitarios dentro del ámbito de la Teología o
las Ciencias Religiosas en la diócesis para las
personas de este grupo de formadores que así lo
desearan, aquí debe haber un apoyo decidido tanto de
las instituciones diocesanas como de las hermandades
y consejos locales, ofreciendo vías de financiación
para este tipo de estudios que son una decidida
apuesta de futuro para la evangelización en la
diócesis.
En una segunda capa
estarían la mayoría de los miembros de junta de
gobierno, juntas auxiliares, cofrades con cierto
grado de compromiso, adultos con inquietudes, etc.;
algunos de ellos también están comprometidos con su
cofradía todo el año, pero no experimentan una
especial vivencia de la fe ya sea porque no han
recibido la formación adecuada, por alejamiento de
las estructuras eclesiales, etc. A este grupo de
personas no es válido aplicarles directamente el
plan de pastoral diocesano, y no es por querer vivir
apartados del resto de las comunidades parroquiales,
sino por una serie de razones bastante
esclarecedoras. Así, si analizamos con frialdad el
nivel formativo de los cofrades de este grupo (que
son mayoría con respecto a los del primer grupo)
habría que tomarlos más como "alejados" de la fe,
que como personas "adultas" en la fe y en los que,
por tanto, se necesita una acción misionera más que
catequética y pastoral para “suscitar una fe y
conversión iniciales.
Además, en las cofradías se dan vivencias de
comunidad, aspectos fraternales, diferentes grupos
de edad, etc.; en resumen, una serie de factores que
hacen necesaria una atención pastoral dedicada.
Este segundo grupo
sería formado sobre la base de ese plan de formación
básica pero de un modo más interactivo y adaptado a
cada realidad. Por eso es importante no establecer
plazos, dejando cada hermandad o consejo local a su
ritmo, lo importante es terminar bloques formativos
dejándolos cerrados y que deberían ser realizados en
breve espacio de tiempo para no perder el hilo
transmisor; alternando todo esto con otros temas más
atrayentes en los cuales siempre se les puede dar
tintes formativos a través de temas afines. Es
importante a la hora de planificar la formación
tener en cuenta los tiempos litúrgicos, los cuales
hacen más atrayentes determinados temas dependiendo
de la fecha en la que estemos. Toda esta formación
puede y debe tender a los planes de pastoral
diocesanos, los cuales están siempre disponibles en
la parroquia o arciprestazgo como ampliación para
los interesados en avanzar en el desarrollo de su
fe.
En una tercera capa
estarían los jóvenes cofrades. Aquí también hay un
enorme trabajo a desarrollar. No vale tampoco con
ingresarlos directamente en cursos de confirmación,
la realidad es que la formación religiosa está
desapareciendo de las escuelas y el desconocimiento
de los puntos fundamentales es abrumador. Es
constatable además que a los jóvenes les preocupan
los aspectos externos más que los internos en
sintonía con la forma de entender la vida de la
juventud actual, donde afloran los sentimientos y
hay una extraordinaria percepción al color, la luz,
los sonidos, etc. Hay que empezar por conocer a la
juventud actual y sus valores tanto positivos como
negativos. Y siempre desde el acompañamiento, “a
menudo hablamos de preocuparnos “por” los jóvenes
cuando deberíamos preocuparnos “con” los jóvenes”.
Es una realidad que
incluso se ha puesto de manifiesto en las
conclusiones del pasado sínodo diocesano,
indicándose que los jóvenes tras confirmarse
desaparecen de las parroquias.
Además, el no darles otra salida excluiría a los
jóvenes ya confirmados. Hay que tener en cuenta que
hasta los 25 años se pueden considerar jóvenes. La
confirmación debe ser nuestro fin, pero no una
imposición.
Se hace necesaria una
pastoral para el joven cofrade en la que se integren
los elementos principales de la vivencia cofrade
para ir muy suavemente añadiendo detalles más
profundos, así preguntas como ¿quiénes somos?,
¿dónde estamos? ó ¿hacia dónde vamos?, cobran
especial interés. Hay que recordar que hay que
realizar un acercamiento a sus realidades.
Así la catequesis de confirmación debe ser una
consecuencia de todo esto. Para todo lo referenciado
se hace necesario formar cofrades en las
particularidades catequéticas, de acompañamiento y
de animación de los jóvenes, lo que serían los
“animadores de pastoral juvenil” tan acertadamente
propuestos en la constitución sinodal “la
evangelización de los jóvenes”
y llegar a formular al menos una guía de lo que debe
ser esta formación. En el caso de jóvenes tienen más
validez convivencias, mesas redondas, charlas
informales, cursos específicos, labores de
acompañamiento, etc. que temarios cerrados.
Por supuesto, dentro de
esta categoría podríamos hablar también de los
niños. Las cofradías deben ser conscientes de que
probablemente este acercamiento a la juventud lo
debemos hacer también cuando aun son niños, dándonos
a conocer y haciéndoles sentirse como en su casa.
Hemos de llevar también la labor evangelizadora y
cofrade a los más pequeños ahora que muchos de ellos
no conocen apenas nada acerca de Dios.
Al final, todo debe converger de nuevo a los planes
de pastoral de la diócesis, pero con cuidado, la
formación debe ser siempre voluntaria, que si se
sabe hacer se convierte en algo natural pero que si
se obliga se diluye en nuestras manos.
En la cuarta y
última capa estarían los hermanos de nuevo
ingreso e incluso los hermanos de número que solo
tienen como ideal el salir una vez al año si acaso.
Se debe trabajar para establecer mecanismos de
formación para los hermanos de nuevo ingreso, no
vale con entregarles el estatuto. Así es conveniente
trabajar en temas como la formación para la salida
procesional, folletos informativos, boletines, etc.
Todos estos temas son asistemáticos y ocasionales y,
por tanto, merecen atención personalizada. Estos son
ejemplos de utilización del propio ritmo y
circunstancias de la cofradía, acomodándose a ellos
de forma que se puede realizar una verdadera
formación. No se trata ya de convocar un grupo
comprometido a una asistencia periódica, sino de
contar con un círculo de asistentes más amplio, a
los que no se les exige la misma continuidad. Se
enmarca así de nuevo dentro de la “pastoral de
alejados”, que supone una invitación continua pero
respetuosa, no insistente, a un mayor compromiso y
vinculación. Hay que tener en cuenta que en las
cofradías hay muchas actividades habituales que o
bien son formativas o lo pueden ser, pudiéndose
evidenciar valores como la corresponsabilidad
fraterna, la gratuidad, la penitencia, la caridad,
etc.
Un ejemplo de formación
asistemática puede ser el boletín de la cofradía. En
él, se pueden tratar temas como: pensamiento
cristiano; contenidos de fe: teológicos y
litúrgicos; dimensión penitencial y devocional de la
Cofradía; aspectos artísticos, culturales e
históricos; conocimiento de las procesiones;
conocimiento de otras festividades y actividades de
la Hermandad; conocimiento de las actividades
formativas, caritativas, etc. Los boletines de las
cofradías tienen la virtud de llegar a todos los
hermanos, a los activos y a los más alejados,
incluso a no cofrades, y de forma lenta pero
continuada influyen en la visión que unos y otros
tienen de lo que es la hermandad, su vida y lo que
pretende ser y hacer.
La admisión de
cualquiera como cofrade es ordinariamente un mero
trámite; pero existe un momento en que a ese
admitido se le recibe, bien se trate de una
imposición de medalla, hábito, primera salida
procesional, etc. Es en este periodo, en que el
nuevo hermano ya ha sido admitido, y antes de
recibirle como tal y concederle la plenitud de
derechos, donde conviene situar la formación al
ingreso.
En cuanto a los
contenidos, la formación en el inicio es una
iniciación a los grandes temas cofrades: Breve
Historia de la Cofradía. Definición de sus fines y
objetivos (fraternidad, caridad, formación, culto,
etc.). La devoción titular: explicación del misterio
venerado y su significado. Significado eclesial de
la cofradía. Forma de gobierno de la Cofradía y
órganos de gobierno. Derechos y deberes de los
cofrades. Calendario de actividades. Ritos y
tradiciones importantes. Algunas cuestiones que es
preciso aclarar, según los casos: participación de
las mujeres, de los niños, etc.
Todo este texto podría formar lo que se puede
entender como un “catecismo cofrade” y que podría
ser una actividad interesante como colofón del
primer bloque del curso básico de formación que se
referenciará más adelante.
Otro tema a tener en
cuenta para la formación en el inicio es el de la
salida procesional. Como principal acto de culto
público de la Hermandad, conviene formar a los
hermanos al respecto, explicándoles su finalidad, la
importancia de la confesión sacramental previa para
participar en gracia de Dios, el motivo y sentido de
la estación de penitencia como acto corporativo de
rezo, el misterio que se representa, etc. Hay que
redescubrir la penitencia como paso en la
peregrinación hacia el Padre, con el Hijo y con el
impulso del Espíritu Santo y la ayuda de la Virgen
María y la compañía de los Hermanos, como llamada y
camino de conversión.
Hay algunos temas
específicos que no se encuadran en ninguno de las
cuatro capas anteriores y que podrían ser tratados
como bloques monográficos: formación para vocales de
caridad, formación para la mujer, formación de
directivos, etc. y que deben ser tenidos en cuenta.
Pero está claro que
tiene que haber un grupo de liderazgo a escala
diocesana (o al menos arciprestal) que trabaje en
estos temas, este grupo puede ser heterogéneo pero
necesariamente formado por cofrades comprometidos
con el apoyo decidido de los agentes de pastoral.
Paso a exponer un
esbozo de lo que podría ser parte del temario de
formación básica al cual nos hemos referido en
puntos anteriores y que podría servir de base para
nuestros objetivos. En la confección de este plan he
de agradecer a Javier Fresno Campos, seminarista de
Zamora y experto en temas de formación cofrade, su
ayuda ya que él ha sido el que me ha dado las líneas
maestras para esbozarlo y tratar los primeros temas.
3.
UN EJEMPLO DE
TEMARIO DE FORMACIÓN BÁSICA COFRADE
Hablamos de formación
básica a un temario de formación sistemático (porque
sigue un orden lógico), integral (porque atiende a
todos los contenidos de la fe) y básico (porque como
el catecismo quiere ser un camino básico para la fe
del cofrade).
Hay que anotar la
relación de este temario, con sus particularidades,
con la formación de adultos. Así, en el número 47 de
la instrucción “Catequesis de Adultos,
Consideraciones pastorales”, de la Comisión
Episcopal de Enseñanza y Catequesis (1991), podrían
quedar situados muchos cofrades: “Entre los adultos
que tienen necesidad de catequesis cabe destacar dos
tipos de destinatarios bastante diferentes: los que
vienen de la increencia y la indiferencia y los que,
vinculados a la comunidad cristiana, necesitan una
sólida fundamentación de su fe. Los primeros son
aquellos adultos que, por una u otra razón, han
vivido largo tiempo alejados de la fe pero que, en
un momento dado como consecuencia de algún
encuentro, acontecimiento, anuncio evangélico...,
que les ha impactado interiormente, sienten
verdadero interés por acceder a un sentido cristiano
de vivir... [Entre los segundos] aquellos adultos
que, manteniendo una vinculación habitual con la
comunidad cristiana, se encuentran sin embargo
deficientemente iniciados en la fe. [Y entre estos]
adultos que, contentándose con formas de
religiosidad popular, no se han visto alentados a
caminar hacia una verdadera adhesión personal a
Jesucristo”.
Por su dimensión
cofrade esta formación combina los contenidos
básicos de la fe con otros que hacen referencia a la
propia identidad de la hermandad. Y asimismo remarca
más aún la dimensión comunitaria de esta formación
que, si ya está presente en todo proceso formativo
en la Iglesia, en una cofradía adquiere especial
relieve.
Este temario está
pensado para una extensión de 3 a 5 años. Los temas
están hechos de tal modo que son independientes
entre sí y pueden darse en una sesión de
aproximadamente una hora, pudiéndose optar por
extender determinados temas en función del interés
que despierte. Para ello se ofrece material
adicional de ampliación.
Los destinatarios de
este programa son los cofrades en general (a los que
nos hemos referido anteriormente como las capas
primera y segunda), excluyendo sólo aquellos que
estén siguiendo un proceso de iniciación cristiana
(niños, jóvenes, cofrades de nuevo ingreso) o estén
pendientes de hacerlo. Son por tanto cristianos que
han completado su iniciación pero requieren una
mayor profundización, quizá un redescubrimiento de
su fe, generalmente inmersos en el contexto de
religiosidad popular ya descrito, dicho contexto los
asemeja más bien a la categoría de los alejados de
la fe y no deben ser por tanto tratados como un
grupo maduro cristianamente hablando salvo casos
excepcionales. La concienciación y motivación
previas al desarrollo de un programa de esta
amplitud merecen especial atención.
Dirigida a los
cofrades, esta formación requiere por eso mismo una
adaptación metodológica para cada tipo de
destinatarios. En general, se basa en el estudio y
discusión en grupo de una serie de temas, aunque la
forma concreta de este estudio puede poner más
acento en el papel del formador o en el grupo. Del
mismo modo debe existir una adaptación de los
diversos ritmos a las características del grupo, o
bien su adecuación a otros ritmos externos (el
tiempo litúrgico, el calendario de actividades de la
cofradía, etc.). Pero como formación integral no se
puede limitar a un estudio teorético de los
contenidos de la fe, sino que además de la
exposición de estos necesariamente combinará una
serie de elementos (oración, celebración,
compromiso, revisión de vida).
Este temario no ha de
darse necesariamente según el ritmo expuesto más
abajo sino que cada cofradía debe marcarse unos
objetivos reales, es más importante abarcar en un
año un bloque con profundidad que intentar dar todo
a toda costa. Además, para que previamente se pueda
atacar este temario con solvencia es importante que
algunos miembros de la cofradía estén implicados
seriamente en la formación (puede ser un directivo,
el Vocal de Formación, etc.) y así hayan recibido
previamente esta formación junto con temas de
catequética, animación etc. dentro de lo que sería
una escuela de formación de formadores a escala
arciprestal o diocesana.
PRIMER AÑO
El objetivo central del
primer año, tras analizar los valores de la cofradía
penitencial, va a ser la figura de Jesús. Para
avanzar en su estudio, vamos a necesitar de varias
herramientas.
¿Por qué tanto Jesús?
Porque su persona y su figura es el centro, tanto de
la vida cristiana como de las cofradías. Normalmente
los programas de catequesis, el mismo Catecismo de
la Iglesia Católica, comienzan hablando de otras
cosas: de la creación, de la idea de Dios, de la
revelación... Pero en todos esos puntos, sin hablar
antes de Jesús, acabamos remitiéndonos al dogma de
la Iglesia.
Los cristianos no
creemos en Dios porque sí, creemos en el Dios de
Jesús, que en él y por él se nos manifiesta. Todo lo
que conocemos de Dios es porque Jesús lo ha
manifestado. Por eso, conociéndole a él, tenemos
andada la mayoría del camino. Todo se nos hace
muchísimo más fácil. Incluida la reflexión sobre el
porqué del ser y la acción de las cofradías. Por eso
este primer año su estudio va a ser el tema central.
Los bloques principales
de los que se va a constar este primer año son los
siguientes:
1. El significado de
una cofradía penitencial, deduciéndolo de la
evolución histórica del movimiento cofrade. Esto nos
llevará unos 6 temas.
2. El Misterio Pascual:
la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, los
misterios centrales de nuestra celebración cofrade:
12 temas.
3. Las "anticipaciones"
de la figura de Jesús en el Antiguo Testamento, lo
que denominamos "Cristología del Antiguo
Testamento", que nos explica cómo se entendía él y
cómo le entendían sus contemporáneos: 5 temas.
4. El tiempo de Jesús:
sociedad, economía, geografía, etc. 4 temas.
5. Una introducción a
la lectura de los Evangelios, la herramienta que más
debemos usar para conocer la figura de Jesús: 5
temas.
6. Finalmente llegamos
a la parte central, y final, del curso: el estudio
sistemático de Jesús, la Cristología. Eso nos
llevará unos 16 temas.
1.
La Historia de
las Cofradías Penitenciales.
El objetivo del estudio
de la historia es entender mejor el hoy y el mañana.
Para este caso, estudiaremos el modelo "básico" de
cofradía, que se ha ido construyendo en el tiempo, y
que nosotros tenemos que hacer realidad en el
presente. Así, podremos entender mejor el
significado de las cofradías penitenciales a través
de su evolución histórica. Este bloque abarca 6
temas:
1º.-
Antes de los
orígenes.
2º.-
Las primeras
cofradías.
3º.-
El período
barroco.
4º.-
Las sucesivas
crisis y restauraciones.
5º.-
Las cofradías
desde la posguerra a la actualidad.
6º.-
Dimensiones de
la cofradía penitencial (fraterna, caritativa,
social, penitencial, etc.).
2.
El Misterio
Pascual.
Y ahora vamos con el
Misterio Pascual. ¿Por qué lo colocamos aquí al
principio? Hay una razón teológica: ser cristiano es
ser seguidor de Cristo; nuestra adhesión no es a una
doctrina o fe, sino a una persona. Del conocimiento
de Cristo se deduce todo el resto del mensaje
cristiano.
Esto explicaría por qué
empezar con la Cristología. Pero el hacerlo, dentro
de ésta, con el Misterio Pascual también tiene su
porqué, ya que es el centro mismo de la vida de
Jesús: la culminación de su obra, donde se nos da y
se nos muestra más plenamente. Más de un autor ha
señalado su centralidad en la comprensión y la
enseñanza de quién es Jesús.
Pero también hay
motivos de índole práctica. Para nosotros los
cofrades, son los misterios que más fácilmente nos
llegan, los que mejor conocemos. Y al mismo tiempo,
aunque nos parezca increíble, también entre los
cofrades hay desconocimientos palmarios de lo que
supone el Misterio Pascual, incluso de la misma
cronología de los hechos que celebramos año tras
año. Esto no debe alarmarnos, sino ser un acicate
para iniciar nuestra tarea. Este bloque va a constar
de 12 temas:
1º.-
Introducción.
Muerte y Resurrección como unidad.
2º.-
El problema de
las fuentes.
3º.-
El relato de la
Pasión.
4º.-
La Pascua judía.
5º.-
La última cena.
6º.-
La oración en el
huerto.
7º.-
El proceso.
8º.-
El Vía-Crucis.
9º.-
La Crucifixión.
10º.-
La Cruz.
11º.-
El sepulcro.
12º.-
La Resurrección.
3.
La Cristología
del Antiguo Testamento.
Hasta ahora hemos
repasado los hechos fundamentales del Misterio
Pascual: la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Ahora nos tocaría entender su significación, en
relación con el conjunto de su vida terrena y con su
constitución de Hijo de Dios. Pero antes de tocar
estos temas, vamos a dar un pequeño rodeo
metodológico.
Hay algunas cuestiones
que merecen ser tratadas antes. Para empezar,
veremos muy sintéticamente lo que se denomina
Cristología del Antiguo Testamento. Es decir, aquel
conjunto de afirmaciones y textos de la Escritura
judía que sirvieron de pauta a los cristianos para
entender quién era Jesús y, lo que es más
importante, sirvieron al propio Jesús para
entenderse a sí mismo y su misión. Este bloque
abarca 5 temas:
1º.-
Introducción a
la Cristología del AT.
2º.-
El Mesías.
3º.-
El Emmanuel.
4º.-
El Hijo del
Hombre.
5º.-
Otros Títulos:
el Redentor, el Buen Pastor, el Príncipe Ungido, el
Siervo de Yahvé.
4.
El tiempo de
Jesús.
Iniciamos un nuevo
bloque dentro de esta parte. Son unas unidades
dedicadas a describir brevemente el tiempo de Jesús,
con el fin de situar su vida y su persona. No son
por tanto para el análisis con profundidad, sino
para permitir un rápido vistazo de la situación.
Vamos a describir muy brevemente los principales
acontecimientos del pueblo judío, desde sus
orígenes. Esto abarcará 4 temas:
1º.-
Breve historia
de Israel.
2º.-
Situación
Política y Religiosa en tiempos de Jesús.
3º.-
Geografía de
Palestina.
4º.-
La literatura de
la época: el Talmud, Midrash, Halaka, targúmenes,
...
5.
Introducción al
Evangelio.
El tercer y último
bloque de esta parte previa de la Cristología es una
breve introducción a los Evangelios. O más bien, a
su lectura, que ha de sernos necesaria para
cualquier aproximación seria a la figura de Jesús.
Vamos a presentar de
forma sencilla los evangelios: qué son, cómo se han
compuesto, qué estructura y que forma literaria
tienen... Son unos textos que todos conocemos de
sobra, y que sin embargo ocultan una infinidad de
sorpresas. Un ejemplo: estamos acostumbrados a la
lectura, en Misa, de breves fragmentos del Evangelio
(lo que se denomina "perícopas"), pero casi nunca
hemos hecho el ejercicio de leerlos de corrido
(lectura cursiva), una lectura que nos demuestra que
son verdaderas piezas literarias, con su
presentación, argumento, nudo, desenlace... Piezas
en las que el autor intenta mantener nuestra
atención con un despliegue de recursos literarios,
jugando con los personajes, el tiempo, el espacio,
la estructuración; e intenta transmitirnos una serie
de ideas. Para evocar esto se analizará
particularmente el Evangelio según San Marcos, ya
que su extensión lo hace más factible.
Esto lo descubriremos
en un método científico de lectura que denominamos
"análisis narrativo": el método más sencillo para
adentrarnos en una lectura "crítica" de estos
textos. Pero hay otros muchos métodos científicos:
el análisis de las formas, el estudio de la
redacción, la crítica textual, el análisis retórico,
semiótico, canónico, sociológico,
antropológico-cultural, etc. Se puede decir que no
existe en el mundo libro más analizado que la
Biblia. Este bloque tiene 5 temas:
1º.-
Introducción a
la lectura y análisis del Evangelio.
2º.-
La transmisión
del Evangelio.
3º.-
El Evangelio de
Marcos.
4º.-
El Análisis
narrativo.
5º.-
Métodos de
Análisis de la Escritura.
6.
Jesús de Nazaret.
La Cristología.
Llegamos al corazón de
todo este año y de todo el curso: la figura de Jesús
de Nazaret. Hemos dado un largo rodeo. Ahora nos
aproximamos a la figura central, alguien que a
ninguno le deja indiferente, alguien sobre quien
todos tenemos una idea, una concepción previa, un
punto de partida. Este bloque por su importancia
abarcará 16 temas:
1º.-
Introducción a
la Cristología Bíblica. Síntesis de la historia de
Jesús.
2º.-
La acción. Jesús
y el Bautista. Jesús y el Reino.
3º.-
El Reino: las
bienaventuranzas.
4º.-
Los signos del
Reino: Milagros y Exorcismos.
5º.-
Los signos del
Reino: el Perdón de los pecados, las comidas con los
excluidos.
6º.-
El Discipulado.
7º.-
Cristología
implícita y explícita.
8º.-
La
Autoconciencia de Jesús en vísperas de su muerte.
9º.-
La
Glorificación: la conexión entre muerte y
resurrección.
10º.-
El acceso actual
a Cristo Resucitado.
11º.-
La comprensión
de Cristo en la Historia (Cristología Sistemática):
los Evangelios, los Concilios, las respuestas
insuficientes.
12º.-
El Jesús
Histórico.
13º.-
Las grandes
cuestiones cristológicas: Hijo de Dios, la Divinidad
de Jesús, la Encarnación, la Kenosis.
14º.-
Las grandes
cuestiones cristológicas: Dios y Hombre.
15º.-
Las grandes
cuestiones cristológicas: la misión de Jesús. La
Soteriología.
16º.-
Cristo: Camino,
Verdad y Vida.
SEGUNDO AÑO
Este segundo año va a
tener dos grandes objetivos: el estudio de la
revelación y la liturgia. Además estudiaremos otros
temas de gran importancia para la vivencia cofrade
como son la fraternidad y las implicaciones sociales
de las cofradías. Por último tendremos un bloque
sobre la figura de Santa María, Madre de Dios y de
la Iglesia.
Los bloques
fundamentales que vamos a estudiar durante este
segundo año del curso de formación son:
7. El análisis de la cofradía como
Comunidad: la Fraternidad. 7 temas.
8. El estudio de la Revelación: X temas.
9. El conocimiento de los elementos
fundamentales de la Liturgia. X temas.
10. El estudio de las relaciones de la
cofradía con el mundo exterior y sus implicaciones.
X temas.
11. El conocimiento de la otra figura
vital para el cofrade, la Virgen María. X temas.
7.
La Fraternidad.
La fraternidad no es
cualquier cosa en la vida de la hermandad: es su
médula. Por eso repasaremos qué significa la
fraternidad para el sentir y el vivir cristianos.
Este tema debe ser el marco en que situar la
vivencia concreta de la fraternidad en nuestras
hermandades. Este bloque tiene 7 temas:
1º.-
La cofradía como
Comunidad. Análisis Histórico.
2º.-
Análisis
Bíblico.
3º.-
Análisis
Teológico.
4º.-
La dinámica
comunitaria.
5º.-
La construcción
de la comunidad.
6º.-
Animación social
de las cofradías.
7º.-
La dimensión
fraternal. El decálogo cofrade.
8.
Jesucristo
Profeta.
Iniciamos el segundo de
los cuatro grandes bloques teológicos de este curso.
El año pasado, vimos el primero de estos bloques,
que trataba sobre Jesucristo. Este año tendremos dos
grandes bloques: uno sobre la revelación y otro
sobre la liturgia. El próximo año veremos el cuarto,
sobre la Iglesia y el Reino. Por tanto, el
denominador común de los temas del presente bloque
va a ser la revelación.
Primero nos
adentraremos en el fenómeno de la revelación en sí
mismo. Esto lo haremos en cuatro temas: la
revelación natural, la revelación histórica del
Antiguo Testamento, la del Nuevo, y finalmente un
tema conclusivo sobre qué es en definitiva la
revelación.
Llegados aquí, veremos
los contenidos de esa revelación: qué nos dice de
Dios, qué nos dice del hombre, qué nos dice del
mundo, qué nos dice del futuro que nos espera.
Finalmente estudiaremos
la transmisión eclesial de esa revelación, la fe, y
la labor evangelizadora de la Iglesia y, dentro de
ella, de las cofradías. Este bloque constará de X
temas:
1º.-
La Revelación
Natural.
2º.-
La Revelación
Histórica: el AT.
3º.-
La Revelación
Histórica: Jesucristo.
4º.-
Significado de
la Revelación. Dei Verbum.
5º.-
El Misterio de
Dios Padre.
6º.-
El Hijo y Señor
nuestro, Jesucristo.
7º.-
El Espíritu
Santo, Señor y dador de vida.
8º.-
El relato de la
Creación.
9º.-
El
significado del hombre a la luz de Jesús.
Gaudium et Spes.
10º.-
El mal y el
pecado.
11º.-
La Gracia
divina.
12º.-
La Escatología.
Parusía.
13º.-
El Juicio Final.
El Purgatorio.
...
9.
Cristo
Sacerdote.
En este tercer gran
bloque del curso estudiaremos la liturgia con todas
sus implicaciones: la oración, los sacramentos, la
liturgia eucarística, etc.
...