Glorias de Cádiz

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Reseña histórico artística de la Primitiva, Real y Muy Ilustre Archicofradía Sacramental de María Santísima de los Desamparados

- Iglesia Parroquial del Santo Ángel -


        La razón de ser de esta archicofradía y de tener por patrona y abogada a María Santísima de los Desamparados, es, como la de tantas en Cádiz del siglo XVIII, dar culto a la Virgen a través de las diversas advocaciones que la Iglesia, y los fieles, han ido instituyendo para llamarla como Madre y Señora Abogada nuestra. La advocación de los Desamparados, con fiesta propia en mayo, es de raíz valenciana y no olvidemos que es la capital indiscutible mediterránea la que se rinde a los pies de su Virgen morena y agitanada y ante Ella clama cada mes de mayo y ante Ella monta la enorme alfombra o tapiz de flores que la reverencia durante toda su fiesta en el mes por excelencia dedicado a María.

        Cádiz, honró esa misma advocación a través de una imagen que no es la que actualmente vemos en su venerable icona que recibe culto en el templo castrense y diocesano del Santo Ángel Custodio aunque en tiempos pasados del siglo XIX, su culto por mor de obras en el Santo Ángel tuviera lugar en el de San Antonio de Padua.

        Crónicas antiguas nos dicen, y certifican, que la corporación letífica se funda en 1776, según las "Constituciones de la Congregación del Santo Rosario de María Santísima de los Desamparados" (ADC. Varios legajos, 1877) en ese siglo XVIII tan cargado de resonancias rosarianas gracias a la enorme devoción que en el pueblo sencillo y llano había levantado las predicaciones del apóstol del Santo Rosario, fray Pablo de Cádiz (1643-1694) con la llamada por muchos –epíscopos, clérigos y seglares- "la locura del Rosario".

        Y para no olvidar jamás la raíz rosariana que esta Primitiva, Real y Muy Ilustre Archicofradía de María Santísima de los Desamparados tuvo en la ciudad de Cádiz y desde los mismos inicios de su ya doble centenaria vida. Cádiz desde XVII hasta bien entrado el XVIII y durante buena parte del XIX, mantuvo muy alto la tradición de las famosísimas Compañías Espirituales del Santo rosario, tradición gaditana que regulares y seculares supieron exportar con éxito a otras tierras españolas e incluso americanas.

        Repasemos los nombres solemnes que la tradición hoy nos ha dejado y ponderemos una vez más la tradición centenaria de la ya única Compañía Espiritual existente en nuestra ciudad, la de la Virgen de la Palma, fundada en 1693; Madre y Maestra de todas las demás que a su sombra y luz también van erigiéndose en los distintos templos de la ciudad hasta alcanzar la cifra de 16 o más.

        La reseña para la historia queda así: Rosario de Ntra. Sra. de la Palma (primitivamente de la Encarnación de Ntra. Sra., y después del Triunfo) en 1693; el de Ntra. Sra. del Rosario, en Santo Domingo; el de Ntra. Sra. de los Remedios, en San Francisco; el de Ntra. Sra. de los Ángeles, en los Descalzos; el de la Virgen de los Dolores, en San Felipe Neri; el de la Virgen del Pópulo, en la Real Capilla de su nombre; el de la Virgen del Patrocinio, en San Antonio; el de Ntra. Sra. de la Merced, en la ermita de San Roque; y, también, el de la Virgen de la Soledad, en el templo del monasterio de Santa María; el de Ntra. Sra. de Belén, en la capilla del Hospicio de Santa Elena; el de Ntra. Sra. de los Remedios, en la capilla dedicada a esa devoción situada sobre el Arco de los Blancos; l de Ntra. Sra. del Poder Divino, en el Santo Ángel; el de la Virgen del Rosario de los Milagros, en la Catedral Vieja; el de la Virgen de la Bendición de Dios, en la ermita de su nombre; el de Ntra. Sra. del Carmen, en la iglesia del hospital de su nombre; el de Ntra. Sra. de la Candelaria, en el templo del monasterio de su advocación; el de la Virgen del Camino (las Angustias) en su capilla; el de la Virgen del Pilar, en San Lorenzo; el de Ntra. Sra. del Sagrario de Toledo, en el templo de la Conversión de San Pablo; etc., etc., que tal vez hubiere más, pero que la memoria nos ha dejado para la posteridad éstos y a ellos nos atenemos para proclamar que era verdad eso de "la locura del Rosario" en la ciudad de Cádiz.

        Volviendo otra vez a la raíz fundacional de esta Archicofradía de la Virgen de los Desamparados, había que escribir igualmente, y por eso me atrevo a hacerlo, que tal vez la fecha fundacional se puede situar en 1760, existiendo con vida propia en 1799 y siguientes años como podremos observar por la lectura posterior que vendrá de sus cultos a lo largo de casi todo el siglo XIX, cuando alcanza el privilegio de Real, declinando su culto hasta casi extinguirse en el actual siglo XX.

        El dato que acabo de escribir sobre la existencia en 1760, se debe al documento publicado por Arturo Morgado García, de la Universidad de Cádiz, en el trabajo que vio la luz en el Tomo I de "Gremios, Hermandades y Cofradías" publicado por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de San Fernando en 1991.

        En dicho acabado trabajo titulado "Cofradías y Hermandades en el Cádiz de los siglos XVII y XVIII, págs. 43 a la 62, se recoge el dato interesantísimo y yo creo que definitivo, para establecer la fecha en 1760, pudiéndose fácilmente colegir que esa fecha dada de 1776, es de nuevas "Constituciones" aprobadas. Así, que la actual corporación letífica en honor y gloria de la Virgen de los Desamparados, camina ya hacia una larga vida y no menos azarosa existencia cuyos parones abarcan extensiones de tiempo que sus actuales hermanos y Junta Directiva intentan paliar dándole a la Archicofradía la nueva vida pujante que actualmente presenta y que redundará en un mayor celo ya que canónicamente no ha estado extinguida por la autoridad eclesiástica y sí en diversos estados de postración, aunque en honor a la verdad la imagen titular, aún en los momentos de decaimiento devocional, siempre ha recibido un culto público estando situada su bella icona en el antiguo retablo mayor del templo del Santo ángel Custodio, retablo que, sin embargo, en tiempos pasados –ese u otro retablo- fue donde recibía culto la imagen que tallara Jacinto Pimentel (1605-1676) de San Sebastián, talla del santo francés que se encontraba situada en el islote de su nombre en la Caleta. El dato precioso se lo debemos al cultísimo investigador, escultor y restaurador del Museo de Cádiz, José Miguel Sánchez Peña que en los "Anales de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz", separata del número 6 correspondiente al año 1988, escribe a tenor de esto: "La iglesia fue reformada en el siglo XVIII, añadiéndosele el cuerpo que es hoy la nave principal, quedando como crucero la única nave que existía en la iglesia. La imagen de San Sebastián ocupó el altar neoclásico que hoy tiene una Virgen con el Niño, de telas encoladas" (Página 70)

        El templo del Santo Ángel Custodio, tiene su humilde origen en una ermita que se construyó en el año 1653 en el llamado "Camposanto" que había en aquel lugar. El sitio adquirió una cierta triste fama a raíz de la epidemia del año 1648 que afligió a la ciudad. En esa pandemia murieron más de 11.000 personas, cantidad elevadísima si tenemos en cuenta la demografía de la población, normalmente escasa en aquellos años, en que aún la ciudad se reponía de la catástrofe apocalíptica ocurrida en 1596 con ocasión del saqueo y toma de la ciudad por tropas anglo-holandesas del tristemente famoso conde de Essex.

        Este cementerio o "camposanto" no estaba nada alejado ni del mar ni del castillo de Santa Catalina, ni, por supuesto, del famoso Campo de la Jara, donde hacia el 1600, más o menos, se levantaría otra ermita dedicada a dar culto al taumatúrgico San Antonio de Padua.

        Los cofrades de la hermandad del Santo Ángel de la Guarda, cuya fundación según los datos de Arturo Morgado ya existía en los años finales del siglo XVI, viendo la piedad de los gaditanos para con sus difuntos, deciden erigir una ermita en el referido año de 1653.

        El terreno necesario para su construcción fue adquirido por don Nicolás Bravo en la suma de 200 escudos, y cuentan que la primitiva edificación era de tablas…

        Transcurridos algunos años, los caballeros don Mateo Grajal y don Pedro Jiménez, rodearon con una cerca todo aquel lugar, evitando con ello el ingreso de animales y de personas poco escrupulosas, con lo que el sitio quedaba reservado y santo para el cometido triste que desempeñaba.

        Los vizcaínos residentes en Cádiz, recordemos que los mismos tenían hermosísima capilla titular en la vieja Catedral puesta bajo la advocación de la Coronación de Ntra. Sra., viéndola pobreza de la construcción y tal vez comparándola con la nacional de ellos en la vieja seo que era entonces la Catedral única de la ciudad, decidieron mejorarla entregando importantísimas cantidades de dinero al General de la Armada don Juan de Urbina, sirviendo la cuantía de lo entregado para que el templo se construyera de cantería y hermoseándolo de ricos mármoles genoveses, colocándose en la Capilla Mayor, una escultura del Santo Ángel, titular del templo.

        Esta icona no es la actual, pues la que se encuentra presidiendo el templo data del siglo XVIII, pero ya hablaremos más delante de ella.

        Tampoco el altar mayor a que se refiere la historia del templo, entonces ermita, es el que actualmente está en su antigua nave principal y única, pero también a su debido tiempo trataremos sobre este tema.

        En el año de 1667, se empezó la construcción el Hospital Real en unos terrenos contiguos a la iglesia, siendo el templo asignado al benéfico establecimiento como capilla del mismo. El obispo de Cádiz, don Alonso Vázquez de Toledo (1663-1672) por ser Capilla del Hospital Real, la consideró libre de la visita pastoral de 1670 y la excusó de las demás.

        Por Bula de Su Santidad Clemente XIII (1758-1769) de fecha de 19 de octubre de 1764 expedida a petición del rey don Carlos III, se constituyó el templo como parroquia castrense, la que fue elevada a categoría de término el día 28 de abril de 1874.

        El templo presenta una vista clara de diáfana arquitectura, tres naves, crucero (la antigua topografía de la vieja ermita) capilla mayor que ha perdido el esbelto y neoclásico templete de madera imitando mármoles; carece de cúpula y la torre puede decirse que está sin rematar.

        En cuanto a la iconografía, sobresale por la esplendidez de sus formas, la imagen del Santo Ángel Custodio debida al napolitano Nicolás Fumo. No debemos olvidar, ni tampoco ignorar, la vinculación de este templo a los vizcaínos. Pues bien, cuando los naturales de esa región deciden reconstruir la hermosa capilla que sostenían en la vieja Catedral de la Santa Cruz –la antigua que se pierde cuando el saqueo e incendio del templo en 1596 estaba dedicada a la Virgen de las Angustias- los vizcaínos echan mano del espléndido escultor napolitano llamado Gaetano Patalano (1654-1700?) que en 1693 talla el gran relieve de la Coronación de la Virgen por la Santísima Trinidad (parroquia de Santa Cruz) y los santos protectores de la nación vizcaína, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Fermín y San Martín de Aguirre, todos hoy colocados en diversas capillas de la Catedral Nueva.

        Por lo tanto, no debe de extrañarnos que todavía quedara alguna raíz vasca entre los devotos del templo y éstos fueran los que decidieran encargar la bella escultura del Santo Ángel Custodio a otro napolitano como era Nicolás Fumo, que también tiene en Cádiz, en el monasterio de Santa María, en el coro de las monjas, una bella Inmaculada Concepción conocida popularmente como "La Preladita" y, en el templo de San Agustín, un Cristo Caído con la cruz al hombro de pequeño formato y gran belleza plástica.

        Y junto al San Sebastián, del que ya hemos hecho mención, figura una espléndida talla de Santa Bárbara, tal vez salida de la gubia de Francisco de Villegas (1585-1660 ó 61) procedente, sin duda, de otro templo; además de la famosísima estatua marmórea del Señor del Polvorín, la única y auténtica que junto a la Magdalena presidió el Salón de Sesiones o Capitular del viejo Ayuntamiento de la ciudad. Una vez mandada quitar de ese lugar por el Ayuntamiento cantonal, fue puesta como imán milagroso y protector en unos polvorines cercanos al templo castrense y de ese lugar a la iglesia del Santo Ángel. El título del Señor del Polvorín, viene, precisamente, de su antiguo emplazamiento. Del mismo lugar procede la escultura de la Virgen de Regla sobre una portada lateral de la iglesia.

        En el templo castrense se encuentra sepultado el General de Marina don Manuel González Guiral, gran benefactor del mismo, que falleció el día 20 del mes de septiembre del año de 1799.

        El desaparecido templete que servía para alojar la escultura del santo titular, se construyó hacia 1864 en madera policromada imitando mármoles y bases de columnas y capiteles dorados.

        "A mediados del siglo XIX se realizó una ampliación en la parroquia del Santo Ángel como consecuencia de la cual le fue añadida a la antigua ermita un nuevo cuerpo con tres naves, de forma que se cambió la orientación original del edificio pasando la iglesia primitiva a ser la cabecera del templo resultante. Esto hizo necesario la construcción de un nuevo retablo mayor que debió ejecutarse durante las obras de decoración realizadas en 1864.

        Se resolvió el nuevo altar mediante un templete, que responde al tipo utilizado por Torcuato Benjumeda en varios templos gaditanos. El conjunto desapareció en fechas recientes, a causa de una reforma durante la cual se despojó a la iglesia de algunos de sus retablos, sustituyéndolos por composiciones modernas". Hipólito Sancho de Sopranis nos informa que su estructura era similar a la del monumento de San Juan de Dios. Se trataba pues de un templete circular sustentado por columnas jónicas de fuste liso y cubierto por cúpula semiesférica.

        En su interior se situaba la imagen del Santo Ángel Custodio, obra de madera policromada realizada por Nicolás Fumo para el anterior retablo. ("El retablo neoclásico en Cádiz". Lorenzo Alonso de la Sierra Fernández. Diputación Provincial de Cádiz, Cádiz, 1989)

        Algo de este templete elegante y muy neoclásico que jamás debió desaparecer y sí restaurar si es que su estructura presentaba los quebrantos del tiempo, se puede ver en la foto del excelente libro "El arte de Cádiz", de César Pemán y Pemartín, libro editado por Ribadeneyra en Madrid en 1930.

        Sobre la imagen del Santo Ángel, es el cualificado investigador y restaurador José Miguel Sánchez Peña el que dice en la separata del número 9, Cádiz, 1991, de los Anales de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz, "No se han encontrada datos relacionados con la llegada de esta imagen a Cádiz, ni tampoco acerca de la formalización del contrato para su hechura; quizás pueda estar el tema vinculado a personas dedicadas a los negocios y al tráfico marítimo, o con los residentes en Cádiz de las provincias vascongadas, como ocurrió con el altar de los oriundos de esta región en la Catedral Vieja".

        Las primeras alusiones que se hacen a este grupo escultórico datan del siglo XVIII, ocupando más tarde el altar mayor de la iglesia, bajo un baldaquino o templete imitando mármoles que llegamos a conocerlo. Hace años se hizo desaparecer este altar y vemos al conjunto sobre un peanón dorado rococó en muy mal estado de conservación, sirviéndole de fondo un dosel de corte decimonónico. (En la actualidad tampoco luce este dosel y sí una simple cortina)

        Quizás el actual emplazamiento como titular de la iglesia tenga lugar cuando se verifican las reformas arquitectónicas del templo; recordemos que tiene planta de salón, pero que el falso transepto actual fue la única nave de la antigua iglesia, y su altar mayor, el hoy ocupado por la imagen de la Virgen de los Desamparados.

        Posiblemente sea una de las imágenes más renombradas de la ciudad desde tiempos pasados en las Guías Artísticas, y también en numerosas publicaciones de arte tanto nacionales como italianas.

        El grupo escultórico está formado por el Ángel, que lleva de su mano izquierda al Niño con expresión de temor, mientras que al lado derecho y sobre el suelo aparece el demonio; éste tiene el torso con carácter antropomorfos, y el resto forma de reptil.

        El grupo escultórico se asienta sobre una base o peana circular de 80 centímetros de diámetro, figurando también con letras de plomo la firma del autor. Todo el conjunto está realizado en madera de abedul, material habitualmente usado en las tallas de procedencia napolitana, y llevan los ojos de cristal. El Ángel y el Niño miden de alto 147 y 68 centímetros respectivamente"

        El actual retablo que ocupa la Virgen de los Desamparados, se sitúa cronológicamente en la misma fecha de 1864 y está construido a base de madera policromada y pintada imitando el mármol.

        Volvemos a situarnos en lo escrito por Lorenzo Alonso de la Sierra Fernández en "El retablo neoclásico en Cádiz" y copiamos textualmente lo que sigue:

        "Sustituyó este retablo a el mayor de la primitiva ermita, durante la mencionada reforma de 1864.

        Tiene planta lineal y se compone de un cuerpo con tres calles. La mesa es de forma rectangular, decorándose por una faja a su alrededor que en el centro conforma un círculo albergando una cruz. Sobre la mesa se sitúa el Sagrario, compuesto por una caja rectangular flanqueada por dos fajas estriadas y rematada por cornisa.

        El cuerpo se compone de tres calles. la central está formada por una hornacina de planta semicircular y rematada en medio punto, a cuyos lados se disponen sendas columnas de orden corintio y fuste liso. Las calles laterales están compuestas por paneles lisos, situándose en ambos extremos fajas rectangulares. El conjunto se remata por una cornisa, que, en su zona central, alberga una ráfaga con el Corazón de María.

        Ocupa la hornacina central la imagen de Ntra. Sra. de los Desamparados, titular de la Archicofradía de su nombre. Las calles laterales albergan en la actualidad las tallas de San Sebastián y San Pedro, aunque originariamente debieron ser concebidas para no albergar ninguna imagen, ya que carecen de cualquier tipo de peana o repisa para éstas" (en la obra referida, página 126)

        Sigue en el más total de los anonimatos el autor de este retablo aunque el mismo puede ser asignable a – con todos los debidos respetos – algún seguidor de la estética neoclásica del maestro Torcuato Benjumeda (1757-1836) que fue el autor del mayor del templo dedicado a la Virgen del Carmen en el hospitalito de Mujeres y cuyas características asume el anónimo autor; o bien, igualmente, a José Ortiz, retablista que trabajó en Cádiz en el siglo pasado además de cómo constructor de retablos como por sus labores académicas en la Academia de Bellas Artes de la ciudad. Su profesión debió ser la de escultor y a su haber hay que asignar la calle central del desaparecido retablo mayor del templo conventual de la Merced, que interviene en 1829. O bien, también se pueda encajar la estética de este retablo en el hacer de Manuel Fernández, autor del actual de las Ánimas del Purgatorio en el templo de San Francisco, que realiza en 1833; o del mayor del desaparecido convento de Santa Catalina de Alejandría, que hace en 1834, todos ellos construidos a base de maderas policromadas y doradas imitando el mármol.

        Tocante a la imagen titular, o sea, la de Ntra. Sra. de los Desamparados, talla en madera y telas encoladas sin ninguna semejanza con la estética de su homónima de Valencia como es ya cosa normal en Cádiz cuando se hace alguna talla de la Virgen y se le coloca la advocación de alguna relacionada con el culto en otro lugar del mapa español, caso de la del Sagrario de Toledo de la iglesia de la Conversión de San Pablo, sin nada que ver con la patrona de la capital toledana, los investigadores la sitúan en el tiempo en los finales del siglo XVIII (Lorenzo y Juan Alonso de la Sierra Fernández, "Guía Artística de Cádiz", Cátedra Adolfo de Castro, Fundación Municipal de Cultura, Delegación de Turismo, Cádiz, 1987)

        Puede ser – seguramente lo es – una talla lígnea relacionada con el buen hacer de algún escultor genovés de los muchos que en Cádiz trabajaron durante buena parte del siglo XVII y casi todo el XVIII. Está esta icona de Ntra. Sra., como otras – la del Sagrario de Toledo; Poder Divino; Buen Viaje, de San Juan de Dios; Rosario del altar mayor de su templo; del Carmen, del altar mayor del Hospitalito y otras muchas más - carente todavía de asignación o siquiera atribución a algún autor concreto. A mí me parece que puede encajar en la estética de los genoveses que en el XVIII aquí trabajaron. De todas maneras ahí están los investigadores con un camino abierto para dejar asentado el autor de esta talla de Ntra. Sra., que tanto fervor despertó mayormente a todo lo lardo del siglo XIX cuando fue su culto distinguido por los mejores panegiristas de su tiempo y la Archicofradía recibió el especial favor de la reina doña Isabel II.

        Ostenta esta hermandad unos ampulosos títulos a los que se hizo acreedora a lo largo de esos 238 años de intensa vida de devoción incardinada en el culto a la Virgen (1760-1998)

        La "Archicofradía" lo es por estar "Agregada a las Santas Iglesias de San Lorenzo In-Damaso, y de Santa María Ad-Pineam de Roma. "Sacramental", por estar incorporada a la Primitiva Real Congregación del Alumbrado y Vela continua al Santísimo Sacramento, erigida en la Real Capilla del Palacio de S.M.

        Esta hermandad – curioso caso de una cofradía de gloria – con la Antigua Hermandad de Ntro. Padre Jesús de las Tres Caídas y María Santísima de Loreto, establecida en la parroquia del Señor San Isidoro de la ciudad de Sevilla, y aún dicen a continuación los títulos "y etc.".

        "Real", porque le otorgó su favor egregio la reina doña Isabel II (1830-1904 años de vida, en el trono de España, 1833-1870) y la hermandad la proclamó y nombró "Gefa y Patrona Perpetua" como así consta en las diversas convocatorias de cultos pertenecientes al pasado siglo.

        En su preciosa y rica heráldica figura entre rayos de esplendor, una Custodia en cuyo viril está expuesto el Sacramento; abajo, a mano izquierda, el pabellón con el anagrama de María y sobre él la corona real y al lado derecho, el pabellón real coronado también. Alrededor e impreso en una banda, "R.I.M.I. Archicofradía de María Santísima de los Desamparados".

        Curiosamente contamos con una "Elección de empleados de la Real y Militar Archicofradía de Ntra. Madre y Sra. de los Desamparados para el año de 1880", que , por su alta curiosidad transcribo literalmente. Dice así:

 

PROTECTORES TEMPORALES PERPETUOS

SS.MM. el Rey Don Alfonso XII de Borbón y borbón y Doña María Cristina Hapsburgo.

 

PROTECTOR ESPIRITUAL PERPETUO

Emmo. y Reverendísimo Sr.D. Francisco de Paula Benavides y Navarrete, Cardenal Benavides, del Título de Santo Tomás In-Parione, Patriarca de las Indias, Vicario General Castrense.

 

HERMANO MAYOR PERPETUO

El Excmo. Sr. Gobernador Militar que en todo tiempo fuere de esta plaza.

 

CONSILIARIOS PERPETUOS

Excmo. é Ilmo. Sr.D. Adolfo de Castro.

Ilmo. Sr.D. José Joaquín de Cafranga y de Pando, Presbítero, Capellán de Honor y secretario del Vicariato General Castrense.

Ilmo. Sr.D. Gerardo Muller de la Cerda, Presbítero, Capellán de Honor y Fiscal de la Rela Capilla.

Ilmo. Sr.Dr.D. José Solís y del Castaño, Presbítero.

Ilmo. Sr.D. Julián Rodríguez Freire, Presbítero, teniente Vicario de este Departamento.

Ilmo. Sr.D. Pedro Ibáñez Pacheco.

D. José Antonio Meléndez.

Br.D. Francisco de Asís de Vera, Presbítero.

Ilmo. Sr.D. Esteban Aragón y Domínguez.

Licdo. Sr.D. Francisco de P.Rivera.

Dr.D Eugenio Rivera.

S. Joaquín Jordán.

 

HERMANO MAYOR

Sr.D. Francisco de Mier Terán.

 

DIRECTORES ESPIRITUALES

Sres. D.José Rivas y Pérez, Presbítero, Cura Castrense de esta plaza.

D. Francisco Ruiz y García, Presbítero, Cura de la misma.

 

CAPELLÁN

Br.D. Francisco de Asís de Vera, Presbítero.

 

COFRADES DE VOTO PERPETUO

que por haber ejercido el empleo de hermano Mayor y servicios especiales, disfrutan esta prerrogativa. (sic)

Sres. D. Bernardino Jayme y Tello, Presbítero.

D. Julián Herrero y Ferrer, Presbítero.

D. José Picó y Salvia, Presbítero.

Licdo. D. Pablo Medina y Guerrero, Presbítero.

 

CELADORES

D. Rafael Borreguero.

Licdo. D. José Gómez.

Licdo. D. José Calatrigo.

D. Manuel Selaya.

 

SECRETARIOS

Excmo. é Ilmo. Sr. D. Adolfo de Castro.

Br.D. Francisco de Vera, Presbítero.

 

FISCALES

Sres. D. José Acosta Villalva.

D. Francisco Ghersi.

D. Rafael Mato.

D. Fernando Gordillo.

 

CONSILARIOS ELECTIVOS

Ilmo. Sr.D. Aurelio Arana.

Dr.D. Tadeo de la Puente.

Ilmo. Sr. Marqués de Casa-Rábago.

D. Juan Domingo Rodríguez.

Sres. D. José Gutiérrez Gutiérrez.

D. Juan Sánchez Medina.

D. Ramón Rivas.

D. Cayetano Grotta y Mendoza.

D. Diego Fernández.

D. Enrique Caire.

D. Francisco de P.Mihura y Cássares.

 

TESOREROS

Ilmo. Sr.D. Esteban Aragón y Domínguez.

D. Francisco de Mier y Terán.

 

CAMARERAS PERPETUAS DE NUESTRA MADRE Y SEÑORA DEL SAGRARIO (SIC)

Srtas. Dª Emilia y Dª María de los Milagros Gautier.

 

CAMARERAS PERPETUAS DE NUESTRA MADRE, QUE SE VENERA EN LA IGLESIA

Srta. Dª Rosa Mascuñana (sic)

Srta. Dª Concepción Saénz de Surrutsa.

 

CAPILLER Y RECAUDADOR

D. Federico Herrera y Vázquez

 

Cádiz de Abril de 1880

El Secretario,

Br. Francisco Asís de Vera.

 

        Sobre la importancia que debió tener en el siglo pasado esta Primitiva, Real y Muy Ilustre Archicofradía Sacramental – la primera Sacramental de gloria que tuvo la ciudad de Cádiz – de María Santísima de los Desamparados, debe hacernos pensar que diversas órdenes religiosas, todas de reconocidísimo prestigio tanto en el campo espiritual como en el intelectual, otorgaron títulos y cartas de hermandad con ella además de numerosas indulgencias y privilegios. Así, consta – tal vez existieron más pero han desaparecido de los archivos – la otorgada por la Orden de Ntra. Sra. de la Merced, copatrona de la ciudad de Cádiz, en la ciudad de Sevilla en el mes de febrero del año del Señor de 1834.

        La muy prestigiada Orden de los Cartujos, la otorga y firma en su Cartuja del Paular, en el mes de noviembre del año del Señor 1828, y la de los Jerónimos, en su convento de la ciudad de Ávila en el mes de abril del año del Señor de 1829.

        Quiere decir que la fama y el prestigio de esta popular, otrora, archicofradía gaditana traspasa las fronteras de lo provincial y a veces hasta de lo regional; y órdenes que jamás tuvieron en la ciudad casas – menos los cartujos de Jerez que tuvieron una de apeadero en el Barrio de Santa María, concretamente en la actual calle de Suárez de Salazar, en el trozo conocido antiguamente como Calle de la Cartuja – otorgan privilegios a la archicofradía gaditana, pero todas, absolutamente todas, dicen estar, y así consta en las preciosas cartas indulgencias títulos y privilegios que poseemos, establecida canónicamente en la parroquia del Señor San Antonio de Padua.

        Aunque nos extraña el asunto, achacamos que bien envían esas cartas privilegios de otorgamiento a la parroquia a la que diocesanamente pertenecía el templo castrense del Santo Ángel Custodio, pues como ya vimos no fue declarada parroquia castrense hasta el año de 1764 y elevada a la categoría de término en 1874, pues la referida iglesia del Santo Ángel dependería del Vicario General Castrense y de su Vicariato.

        Para ensalzar las glorias de María Santísima en su advocación de los Desamparados, la Archicofradía invitaba al púlpito del templo castrense a lo más granado de los oradores sagrados que había en la ciudad; así, para la oración sagrada de la Función Principal de Instituto que se celebraba en el mes de Mayo, ocuparon la cátedra sagrada presbíteros de la resonancia y ganada fama de Don José Joaquín Granados; Don José María Bocio; Don Pablo Daniel López Martín, Cura Párroco del templo del Santo Ángel; que por el cargo que ostenta, es el sacerdote que más veces ha predicado tanto en el triduo de mayo como en la Función Principal.

        La hermandad existente entre esta Archicofradía y otras de la ciudad, es patente mayormente entre otras letíficas gaditanas que ayer conocieron la gloria y el esplendor y hoy yacen casi en el olvido. Es el caso de la famosísima y muy antigua Archicofradía de la Divina Pastora, hoy casi totalmente extinguida; o la de Ntra. Sra. del Sagrario de Toledo, que intentan revitalizar los archicofrades del Santísimo Ecce-Homo, y no ocurre lo mismo – afortunadamente – con la de Nuestra Señora de la Palma, pues tenemos datos impresos correspondientes a varios años donde consta que la de la Palma "sacó por la tarde en forma de Rosario la venerada y devota efigie de su titular, como acostumbra desde el referido infausto suceso; acompañando con cirios a sus propias insignias y a las de las Archicofradías de Nuestra Señorea de los Desamparados y de la Divina Pastora…" (Guía Rosetty, año de 1871)

        Igual referencia existe de los años 1872, 1873, 1875 y 1876; pero en la referida Guía Rosetty correspondiente al año de 1878, parece adivinarse una resurrección después de una etapa de decaimiento cultual pues el texto transcrito literalmente dice:

        "En la Iglesia Parroquial Castrense del Santo Ángel de la guarda, se verificaron por primera vez estos cultos en honor y gloria de Ntra. Sra. de los Desamparados, cuya imagen se venera en la misma, debido a la eficaz y fervorosa iniciativa y al desprendimiento de su nuevo cura el Sr.D. José Picó y Sálvia…"

        Pero una posterior lectura tomada de otro medio de la época nos aclara que era la primera vez que la Archicofradía celebraba cultos extraordinarios en honor de la virgen durante todo el mes de mayo, pues habitualmente celebraba la Función Principal de Instituto el domingo de su celebración y estaba el jubileo circular los cuatro días siguientes.

        Y la iniciativa del párroco padre Picó, hizo que se sacara en procesión el día 1 del mes de junio del año del Señor de 1878 la imagen de la Virgen acompañada de la del Santo Ángel custodio o de la guarda –actualmente, perdida la festividad antigua del Santo Ángel de la Guarda, que se celebraba el día 1 del mes de marzo, ambos "custodios" se han "unificado" en una sola como es la festividad del Santo Ángel el día 2 del mes de octubre aunque tradicionalmente esta parroquia y su muy antigua cofradía, y la actual también, siguen celebrando cultos el referido día 2 de octubre – concurriendo a la procesión las insignias y las cofradías del Nazareno, Piedad y las Archicofradías de Santa Lucía (San Agustín), Divina Pastora y la Palma…

        Y sí resaltaban todos los medios, y la prensa diaria, ser la primera vez que las imágenes citadas salían en procesión por las calles de la ciudad. Así que anotemos este año de 1878 por ser el año que inagura las procesiones de gloria en honor de la Virgen de los Desamparados.

        Y en la referida Guía Rosetty correspondiente al referido año, se manifiesta el cronista y cuenta que "la imagen de la virgen, bellamente restaurada en el taller de pintura de los Sres. Ripio y Gómez, fue expuesta a la veneración de los fieles en la capilla mayor…" (Guía Rosetty, año de 1878, páginas 144, 145 y 146)

        En la siguiente edición de esta guía correspondiente al año de 1879, ya no consta reseña alguna de haberse celebrado la procesión.

        Picado por la curiosidad que toda restauración acarrea, aunque ésta realizada a la imagen de la virgen fuera más humilde y tal vez se tratara solamente de tapar desconchones y arañazos y no afectara para nada a partes esenciales de la escultura, y menos a su primigenia policromía, aunque ésta se encuentre algo alterada, hemos buscado en las antiguas guías de la ciudad – Rosetty y otras – y hemos encontrado el dato: Ricardo Ripio y Gómez, tenía su taller de pintura en la calle Bilbao número 18, figurando también en la misma guía, y en el apartado de pintores, otro Ricardo Ripio y Cantos, con taller en la misma calle de Bilbao número 18 y figurando otro, o su domicilio, en la de Jesús Nazareno número 2.

        Dada la vinculación de la iglesia parroquial castrense del Santo Ángel Custodio con el benéfico establecimiento del antiguo Hospital Militar de la plaza y la vinculación igualmente de la Archicofradía con el estamento militar, cuyo título con orgullo ostenta u ostentaban como uno de los más antiguos, también concurría a la procesión que para recibir el precepto pascual los enfermos del citado hospital organizaba la parroquia castrense, constando en el mismo año y guía la celebración el domingo día 14 de mayo de 1883 de la fiesta de la Virgen.

        Es lógico que la actual Junta de Gobierno o de devotos de la Virgen de los Desamparados, trate de conseguir otra vez en la vida intensa de Cádiz en su faceta cultual el sitio que por antigüedad y prestigio le corresponde pues prácticamente no se ha roto nunca el hilo conductor de la devoción a tan entrañable advocación si bien ha languidecido durante algún tiempo renaciendo de ese letargo con renovados bríos para seguir la andadura trazada allá en 1760 hace ya la friolera de 240 años, cinco después que la ciudad se vio libre del azote telúrico del maremoto de 1755; cuando otras advocaciones marianas fueron el paliativo al dolor de los gaditanos y tanto la del Rosario como la de la Palma, aliviaron las desgracias que la ciudad padeció con motivo del maremoto.

        Sirvan estas líneas trazadas en honor y recuerdo de una vieja corporación de gloria gaditana que se ha incorporado a la vida intensa y espiritual de la ciudad desde su siempre antigua sede de la iglesia parroquial y castrense del Santo Ángel Custodio, esa que está cerca de la Caleta y del Parque Genovés, ayer metida en el meollo de la ciudad militar y hoy en el mismo meollo pero de la ciudad universitaria.

 

Ángel Mozo Polo

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