,
cosas referentes a la devoción universal a la
Virgen en sus dolores.
Desde la profecía de Simeón, María fue viviendo
sucesos dolorosos a lo largo de la vida de su hijo.
Pero esos penosos trances se aumentan durante la
vida pública de Jesús y nada digamos durante su
pasión.
Teresa de Jesús,
escribió estas palabras: "Al oír las palabras
del anciano Simeón, "Este hijo será para ti
misma una espada que traspasará tú alma", María
vio claramente todo el cúmulo de dolores, tanto
interiores como exteriores, que debían
sucesivamente atormentar a Jesús en el decurso de
la pasión…"
Esas palabras proféticas del anciano Simeón dará
lugar a que en la iconografía mariana se represente
a la Virgen de los Dolores con un corazón
atravesado por una o por siete puñales o espadas.
España, país mariano por excelencia desde muy
antiguo y que atesora en sus templos miles de
representaciones de la Madre de Dios, ocupa un
primerísimo lugar en la devoción a esos dolores.
Aquí se ha "bautizado" a esa representación
desconsolada y triste de María con mil nombres
entre los que destacan: "Dolores";
"Amargura"; "Esperanza";
"Angustias"; "Soledad"; "Lágrimas";
"Buen Fin"; "Desconsuelos";
"Confortación"; "Caridad";
"Rosario en sus Misterios Dolorosos";
"Ecce Mater Tua"; "Mayor Dolor";
"Tristezas"; "Piedad";
"Quinta Angustia"; "Consolación";
"Penas".
Otras imágenes que representan a María en los
momentos más duros de la pasión y que son
"dolorosas", sin embargo, no llevan
nombres relacionados con su dolor. Así tenemos a
"Paz"; "Patrocinio";
"Salud"; "Desamparados";
"Amparo"; "Gracia y Esperanza";
"Luz"; "Victoria";
"Montserrat"…
En Sevilla, la iconografía de la Virgen del Coral
la representa como a madre sosteniendo a su hijo. El
Niño lleva un collar que según la simbología
representa la sangre de Jesús; o sea, la sangre que
derramó en la pasión.
En la ciudad castellana de león, tanto la patrona,
la Virgen del Camino, como la del Mercado, son
dolorosas. En otros casos el nombre empleado para
designarlas es el del lugar donde se encuentran:
Virgen de los Dolores de Manzaneda (Torío); Virgen
de los Volcanes, en la isla de Lanzarote, que es una
dolorosa a la que los fieles atribuyen haber sido
librados de la lava del volcán en 1736. En Málaga
es famosísima la Virgen de la Zamarrilla, y en
Toledo, la de los Alfileritos.
El gran Gonzalo de Berceo cantó en populares
estrofas el "Duelo de la Virgen en la Muerte de
su Hijo".
La iconografía de la Virgen con su Hijo muerto en
los brazos, recibió un gran impulso devocional y
artístico en Alemania alrededor del siglo XIV,
cobrando gran auge gracias a la mística alemana
patrocinada por el beato Enrique Susón (O.P). La
Casa de Austria, es la que trajo a España esa
devoción entrañable y así en nuestro país se
encuentran hermosísimos ejemplares iconográficos
el siglo XVI, tales como la Virgen del Camino de León.
En pleno siglo XIII, el rey sabio don Alfonso X, en
sus "Cántigas", expone piadosos afectos a
la Madre Dolorosa y a los Siete Dolores.
En Cataluña en San Cugat del Vallés, se encontró
un poema en lenguaje provenzal titulado "Plants
de madona Sancta María", correspondiente al
siglo XIV, que es una obra literaria dedicada a los
dolores de la Virgen.
En Florencia surge en el XIII la Orden de los
Servitas. En el XVI, esa orden se extiende a España
y aquí plantan su semilla, ya germinada
anteriormente, y se extiende el culto amplísimo a
la Dolorosa. Europa acoge a la orden y el culto a
los dolores. Templos y más templos se van abriendo
teniendo a esa advocación de María como titular.
Cofradías surgen para recordarla y procesionarla.
El canto a los dolores de María aparece en la
liturgia durante el siglo XIV. Recordemos al
respecto el "Stabat Mater Dolorosa".
Los franciscanos propagan a través del Vía-Crucis
y de sus "estaciones", el sufrimiento de
Jesús y el de maría y "los encuentros",
imposibles entre los dos, camino del Calvario o
asistiendo a su agonía al pie de la cruz en el
monte Calvario. Escenas llenas de ternura que jamás
seguramente ocurrieron pero que la piedad humano ha
querido inventar para consuelo de los fieles y
piedad de los dos; Madre e Hijo.
En el rezo del Rosario, extendidísimo
principalmente a lo largo de toda la Edad Media, hay
cinco misterios dolorosos encargados de recoger esos
dolores de la Virgen; aunque otros de gloria recogen
también dolores de María con su Hijo todavía en
el mundo ya en su infancia o en su vida pública.
El establecimiento de la fiesta de los Dolores de
María en España, los primeros datos que se tienen
se refieren a la "Fiesta de la Transfixión".
Según el Diccionario de la Real Academia Española
de la Lengua, "Transfixión o Trasfixión, es
la acción de herir pasando de parte a parte. Se usa
frecuentemente para hablar de los Dolores de la
Virgen". Esta fiesta se establece en Zaragoza
en 1399.
Durante todo el siglo XV continúa aumentando la
devoción a la Virgen en esa advocación. En 1423 se
instituye la "Fiesta de los Dolores de María"
en el Concilio de Colonia como reparación contra
los "horrores" de los secuaces de Jan Huss
(1369?-1415), reformador bohemio nacido en Huisenec
y fallecido en Constanza. Fue profesor de Filosofía
de la Universidad de Praga (1396); ordenado
sacerdote (1401); rector (1402-03) de la Universidad
de Praga. Fue excomulgado (1410) por propagar las
doctrinas de Wycliffe. Bajo la protección del rey
Wenceslao y con salvoconducto del emperador
Segismundo, asistió al Concilio de Constanza, donde
fue juzgado, condenado por hereje y quemado. Este
hecho desató la sublevación husita (1419-1434) que
puede considerarse como el antecedente de las
guerras de religión. Fue autor de "Super IV
Sentiarum" y "Tractatus de Ecclesia"
(1412)
John Wyccliffe o Wicliff (h. 1330-1384), fue un
famoso reformador y teólogo inglés nacido en
Hipswell (Yorkshire) y fallecido en Lutterworth (Leicestershire).
Estudió en Oxford y luego allí enseñó hasta
1382.
Tomó partido por la Corona en los conflictos entre
ésta y el Papa; llevado dos veces a juicio por
herejía, no fue sentenciado. Se considera que fue
precursor de la Reforma, e influyó más tarde en
Huss, Lutero y otros reformadores del continente.
Ejerció también gran influencia en la lengua
inglesa por sus sermones y su traducción de la
Biblia.
Fue condenado por el Concilio de Constanza (1415), y
su cuerpo desenterrado, quemado y arrojado al río
Swift. Fue autor de "De tae papae";
"De Ecclesia"; "De veritate sacrae
scripturae" (1378); "De Eucharistia"
(1381). Su obra principal "Trialogus" (Triálogo
sobre la verdad, la mentira y la prudencia data de
1382.
España dedicó para honrar a los dolores de la
Virgen el llamado otrora Viernes de Dolores o
Viernes de Pasión. Esa fiesta fue extendida a toda
la Iglesia en 1727 por el Papa Benedicto XIII.
En la actual liturgia permanece la fiesta de los
Dolores Gloriosos de Ntra. Sra. fijada el día 15 de
septiembre, conmemoración establecida en la Iglesia
universal por el Papa Pío VIII el día 18 del mes
de septiembre de 1814.
No debemos olvidar que los propagadores de esta
devoción son, aparte de los Servitas, los Cartujos.
A estos cenobios llegaban los escritos de las
cartujas de Flandes. De esta manera y a su modo, en
España fue esa orden del silencio una de las
propagadoras. Dionisio de Leuwis, de Rickel o
"el Cartujano" (f.1471) en su "Libro
de la Pasión del Señor" trata con frecuencia
de la Virgen.
También el popular Vicente Ferrer en sus sermones,
trata sobre el tema de los dolores de María. No
olvidemos que los Servitas se extendieron bastante
por el este español tal vez debido a las prédicas
del santo dominico.
La literatura española, se ha encargado también de
difundir esos mismos dolores a través de escritos y
poesías. Ortiz de Urbina estudia varias poesías
orientales del siglo VI que pueden iluminar la
psicología de María. Según este estudio los
poetas orientales ofrecen una visión de María
mucho menos hierática que la que se da
corrientemente en Occidente, a la vez que más
cercana a la índole de la mujer oriental, muy
expresiva y más sentimental.
El siglo de la eclosión devocional a los Dolores de
maría es por excelencia el XVI. La Casa de Austria,
importa de los Países Bajos las solemnidades de la
Semana Santa y esa devoción fue "in crescendo"
gracias a las generosas aportaciones reales así
como las venidas de las Indias, gente que cargadas
de oro y plata, ofrecían a la Virgen en sus dolores
sustanciosas limosnas y encargaban bellas tallas y
pinturas a los mejores artistas del momento.
Juan de Candenberghe, sacerdote flamenco y
secretario de Carlos I de España y V de Alemania,
fundó una cofradía en honor de los Siete Dolores.
Los mejores imagineros, Martínez Montañés, Juan
de Mesa, Alonso Cano, Pedro Roldán, su hija Luisa
Ignacia, "La Roldana"; Pedro Duque
Cornejo, Gaspar Becerra, Francisco de Salzillo,
Ignacio Vergara, José Esteve Bonet, Juan de
Astorga, José Montes de Oca, Cristóbal Ramos, los
Ribas, José de Mora, Gregorio Fernández, Juan de
Juni, la gubiaron.
Recordemos al lector el impacto de algunas dolorosas
de Andalucía como "La Macarena" o
"La Esperanza de Triana"; devociones jamás
igualadas por otras Vírgenes dolorosas. En Madrid,
la de la Paloma, que es realmente una Virgen de la
Soledad, atrae a los madrileños. En Cartagena, la
Caridad, es la patrona principal. En Córdoba, la
Virgen de los Dolores aglutina en su templo la
devoción local. Granda tiene en las Angustias el imán
devocional desde tiempos antiquísimos. Toda Andalucía
se vuelca devocionalmente con los dolores de maría
y estas imágenes han tenido muchas de ellas el gran
privilegio que otorga la Iglesia de ser coronadas
canónicamente dada la devoción general en que se
las tiene.
El establecimiento de la orden de los Servitas en
España, acrecienta aún más la devoción ya
existente. Es el siglo XVI y Cataluña y el Levante
español son las regiones más beneficiadas y las
escogidas por la orden para abrir sus conventos y
templos dedicados a la Virgen de los Dolores. Después
será toda Andalucía la región entonces escogida y
aquí la explosión devocional. En Sevilla, los
Servitas, se acogen bajo el amparo de la Virgen
sosteniendo al hijo muerto sobre su regazo. Su
templo es una capilla muy bonita que aún existe
junto a la Iglesia de San Marcos.
Según Juan Vesga Cuevas, él, así lo confirma,
"ha podido constatar en listas adecuadas hasta
125 "Vírgenes" con el título de
"los Dolores" o "Dolorosas"; más
de 1000 con el de "la Soledad";
aproximadamente unas 80 con el "las
Angustias" y pasan de 60 las que llevan el
nombre de "Piedad".
Ángel Mozo Polo
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
· Alfonso X el Sabio. CANTIGA
115.
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LITERARIO.
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VIERGE MARIE. Lyon, 1865.
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SANTUARIO DE SANTA MARÍA DE BONAIRE A LA CIUTAT DE
SÉLLER. Cagliari, 1973.
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NUESTRA SEÑORA.
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ESPAÑA, 1985.
· Wilmant, Dom. A. AUTEURS
SPIRITUALS ET DIVOTS DU MOYEN AGE LATIN. París,
1932.
Como complemento al trabajo anterior, demos cuenta
del templo que en Madrid, villa y corte, rinde culto
principal a la Virgen de los Dolores regido por los
Servitas que lo ocupan desde 1825, según unos
autores, y desde principios del XIX según otros.
Desde luego debió sufrir las leyes desamortizadoras
de ese siglo; pero ahí está actualmente ocupando
la que dicen ser la iglesia más antigua de Madrid.
La cronología cita que la torre, data del siglo
XII; la iglesia es del XV; las naves, del XVII; la
portada, del XVIII y el retablo mayor, del XIX.
"Es ésta la iglesia más antigua que queda en
Madrid, y la primera arquitectura cristiana que ha
llegado a nuestros días, superada en antigüedad sólo
por la muralla árabe del siglo IX, en la Cuesta de
la Vega. Aparece ya citada por el Fuero de Madrid de
1202 junto con las nueve restantes parroquias
medievales.
San Nicolás, que es el título del templo, fue en
la antigüedad "una de las parroquias ricas del
norte de la villa, habitada por nobles, repobladores
castellanos y gente de profesiones liberales, como médicos,
sastres y jurisconsultos, y ocupaba una de las
superficies parroquiales más reducidas de la villa
medieval. Según Montero Vallejo, en San Nicolás se
reunía, a finales del siglo XV, el cabildo de clérigos
de Madrid. Aquí recibió las aguas bautismales el
poeta Alonso de Ercilla, autor de la epopeya
"La Araucana", y fue enterrado Juan de
Herrera, el arquitecto del Escorial, que era vecino
de la collación" (Los restos de este famoso
arquitecto fueron posteriormente trasladados a
Santander)
El tiempo ha dio cambiando el templo y no se
mantiene éste completo en su estructura primitiva.
El elemento de mayor valor es la torre, "magnífico
campanario de arte románico mudéjar del siglo XII,
y por tanto no muy posterior al momento de entrada
de los cristianos en la medina musulmana, hacia el año
1085…"
En el siglo XVII (1603) se abre un periodo de
reformas que supondría la importante ampliación
del templo por los pies, ocupando el viejo osario
medieval…
Se remodela el interior en estilo toscano. Se
construyen las capillas de la nave de la epístola y
se reforma la parte alta de la torre que desde
entonces muestra un enorme ventanal de medio punto
por cada frente…
En el interior, de su primitiva estructura medieval,
sobresale el gran arco toral que da paso a la
Capilla Mayor; la gran techumbre de carpintería mudéjar
sobre la nave central, bellísimo techo oculto hasta
principios del siglo XX; unos arcos de herradura,
muy estilizados, guardados por otros de múltiples lóbulos,
en el muro derecho de la Capilla Mayor, y una gran bóveda
gótica estrellada, del siglo XV en la cabecera…
La portada de entrada al templo es de proporciones
muy reducidas.
Esta obra es del siglo XVIII y presenta, a pesar de
lo reducido de su ornamentación, el estilo
inconfundible del arquitecto Pedro de Ribera. El
santo titular está representado en un medallón en
busto y alto relieve, posible obra de Juan Alonso de
Villabrille y Ron, habitual colaborador de Ribera en
las esculturas de piedra para los exteriores.
La Capilla Mayor está presidida por un retablo
neoclásico de principios del XIX. En su hornacina
central está la Virgen Dolorosa implorante
correspondiente a la segunda mitad del siglo XVIII;
imagen de magnífica factura, sobria de expresión,
con dignísima policromía correspondiente a su época.
En la primera capilla de la derecha, a los pies del
templo, en un retablo de estilo neoclásico de 1825,
se venera la Dolorosa de vestir donada en ese año
por Valeriano Salvatierra (1789 ó 90 – 1836);
escultor de cámara del rey Fernando VII, en
gratitud por sanar una grave enfermedad. Es obra
salida de su mano que obtuvo tal acogida por parte
de los fieles y de la crítica, que sirvió de
modelo a las "dolorosas" madrileñas del
siglo XIX.
En ese mismo espacio devocional, los Servitas, la
comunidad religiosa que regenta el templo, ha
reunido obras de arte tales como un hermoso busto de
la Dolorosa, obra del granadino Pedro de Mena; un Niño
Jesús sevillano de mitad del XVII; un San José con
el Niño, de encantadoras formas, del XVII; cercano
al círculo de Luisa Roldán, pero que los expertos
creen mejor de su padre Pedro Roldán.
En el templo se da culto al Cristo del Consuelo,
"que según Tormo (Elías Tormo, en las
"Iglesias del antiguo Madrid") procede de
la desaparecida Escuela de Cristo, imagen sevillana
del XVII con paño de pureza barroco, y que parece
de un seguidor de Juan de Mesa".
En la capilla dedicada al titular de la iglesia, San
Nicolás, la imagen del santo, muy repintada, es la
que según Ceán Bermúdez hizo Juan Alonso de
Villabrille y Ron para el altar mayor.
En ese mismo lugar un espléndido Ecce-Homo que según
Tormo puede ser atribuido a Nicolás de Bussy,
escultor de Estrasburgo que antes de afincarse en
Murcia, vivió años en Madrid como escultor de cámara
de Carlos II.
En la nave del evangelio se puede admirar un grupo
de San Antonio de Padua, obra que muy bien pudiera
ser de Juan Porcal, escultor murciano que trabaja en
Madrid a mediados del siglo XVIII, un buen heredero
de la escuela barroca, pero imbuyendo a sus obras
con la gracia alada del rococó.
La iglesia de San Nicolás fue parroquia hasta 1806,
uniéndose a la del Salvador, y tras recuperarla a
mediados del XIX, dejó de serlo definitivamente a
finales de ese mismo siglo.
En el año de 1931, la torre fue declarada monumento
nacional, favor del que hoy goza todo el conjunto.
Ángel Mozo Polo
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
· Hidalgo Monteagudo, Ramón.
IGLESIAS ANTIGUAS DE MADRID. Ediciones "La
Librería" 1993.