Historia y Memoria

        

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Influencias Malagueñas en la 

Semana Santa gaditana


Breves apuntes referentes a la Cofradía de la Expiración

 

Jesús Manuel Sánchez Pavón

Fotografías de Rafael Rovira

(Artículo rescatado de la publicación malagueña 'Cáliz de Paz' Cuaresma 2008)

12/03/2008

 

     

 

     La vinculación existente entre las ciudades de Cádiz y Málaga vuelve a ser patente en otro episodio más que atañe a las hermandades y cofradías de las ambas poblaciones andaluzas. Este influjo lo podemos apreciar con toda claridad cada tarde del Viernes Santo en la Iglesia Castrense del Santo Ángel, cuando se dejan ver por la plaza de Fragela, al caer la tarde, el Santísimo Cristo de la Expiración y, su Madre, María Santísima de la Victoria, ambos en sus respectivas andas procesionales, que fueron ejecutadas, con notoria claridad fundamentalmente en el paso de palio, bajo influencia malagueña en cuanto a estética se refiere.

     Evidentemente, el sello malagueño en la corporación penitencial no vino de manera casual, ni por antojo de aquellas primeras Juntas de Gobierno. Fue precisamente un cofrade de la costa del Sol afincado en Cádiz, D. Manuel Hermida, miembro de Junta que desempeñaba un papel relevante en la cofradía por aquel entonces con Sede Canónica en San Lorenzo, el que propuso dotar a la Expiración de una línea más  ‘dispareja’ a lo que se venía haciendo en la Semana Santa gaditana. Una Hermandad que tardó seis años en constituirse como tal, y que en su primera etapa estuvo auspiciada por la Orden Seglar Servita de Nuestra Señora de los Dolores, que, estando en mejor situación social, ayudaba a otras decaídas a efectuar culto externo, haciéndolo entonces conjuntamente durante algunos años juntas. Incluso mucho antes de producirse la concreción como Junta-Pro Cultos, que era como se denominaban entonces a las asociaciones de fieles que honraban su fe al Señor o a su Madre María Santísima para convertirse con el tiempo en Cofradía de Penitencia, ya salían en procesión conjunta por las calles de Cádiz. Extraemos, como curiosidad, de un pequeño cuadernillo del año 1926 donde se informaba de los itinerarios de las cofradías que entonces procesionaban en la capital, el propio de la jornada del Domingo de Ramos, con la “Procesión de la Venerable Orden Tercera de Servitas de María Santísima de los Dolores y del Santísimo Cristo de la Expiración, que saldrá de la Parroquia de San Lorenzo a las 18 horas, con el siguiente itinerario: Sagasta izda., Obispo Calvo y Valero dcha., Tomás Ystúriz, Sacramento dcha., Columela dcha., Topete izda., Prim, Silos Moreno, Estación en la S. I. Catedral, Alonso el Sabio, Isabel II, Duque de la Victoria, San Francisco, Beato Diego de Cádiz izda., Valverde, Eduardo dato dcha., Duque de Tetuán, San José dcha., Canovas del Castillo izda., Constitución, Segismundo Moret, Dr. Ramón y Cajal izda., Sagasta izda., a su Templo”.

     Durante muchos años el Crucificado fue portado sobre unas modestas andas, hasta que a mediados de los cincuenta la Cofradía encarga la ejecución de un paso, de grandes volúmenes, al taller de Pérez Calvo, siendo estrenado en 1956. Un paso que, aunque lleva el modelo muy escogido entonces en Cádiz, denominado ‘pecho de paloma’, diseño éste muy gaditano, porta en el frontal la talla del águila bicéfala, recogida en el escudo de la hermandad, influencia evidente de la Hermandad del Amor de Málaga. Los candelabros de guardabrisas recuerdan también en altura y proporción a los de cualquier trono de crucificado malagueño. Más adelante se incorporarían en las esquinas ángeles mancebos, tallas ejecutadas bajo la gubia de uno de los grandes imagineros del siglo vencido, el sanroqueño Luis Ortega Bru.   

     En los años cincuenta la Virgen de la Victoria salía, bien junto al Crucificado, conformando lo que se conoce como ‘Stabat Mater’ o misterio del Calvario, bien en pasos cedidos por otras hermandades, algo por cierto muy habitual en esos tiempos de carencias y dificultades dentro del conjunto de las cofradías gaditanas. Sin embargo, la hermandad se enfrentó a finales de dicha década a una de las empresas más importantes de su historia: la facturación del paso de palio para la dolorosa.

     El proyecto tuvo en sus inicios dos vertientes. Mientras los rectores de la cofradía gestionaban la realización del cajillo en Málaga, se encomendaba la ejecución de los respiraderos al taller de Angulo de la población cordobesa de Lucena –hermandades como Piedad o Ecce-Homo en Cádiz también acudieron al Sr. Angulo para la elaboración de sus pasos de misterio-  , y aprobados, de entre varios bocetos, en 1957. De éstos si podemos afirmar con rotundidad que el orfebre procedió a su realización bajo el diseño de trono procesional malagueño -precisamente en la distribución de los varales o barras de palio, el esquema que se siguió fue el del trono de la Virgen de la Esperanza del barrio del Perchel-. 

     Unos respiraderos de magna proporción que se completaron con unos grandiosos candelabros delanteros denominados arbotantes, que procesionaron tan sólo un año pues sus dimensiones no le permitía pasar por algunas vías de su itinerario –como anécdota podemos reseñar que al paso de la cofradía por la calle Columela el trono de la Victoria quedaba encajado, por lo que tuvo que continuar su recorrido hasta la Plaza de El Palillero con ruedas, dejándose de sacar entonces-. Hasta en la forma de carga su parecido con la capital malagueña era significativo, pues entre 12 y 16 hombres portaban por el exterior –bajo el vasto manto- del palio. 

     En 1960 la Hermandad encarga a la Congregación de Hermanas Trinitarias, religiosas afincadas en Málaga, y que estuvieron trabajando hasta 1984, la elaboración del palio y bambalinas, realizados en terciopelo azul bordado en oro fino y pedrería –se puede observar en el interior de las bambalinas la colocación de flores de lis, a semejanza con las de la Soledad de Mena-. Estas Hermanas fundaban este taller de costura y bordado para financiar la manutención de sus alumnas, y muchos fueron los encargos presentados gracias a su exquisitez en sus líneas depuradas y sobrias. Podríamos destacar entre sus obras más destacadas el palio de la Cofradía de la Estrella y el de Zamarrilla o el manto de Nuestra Señora del Mayor Dolor, todas ellas de Málaga, dentro de un denso abanico de espléndidas obras facturadas por el taller trinitario. En los últimos tiempos ha trabajado de manera admirable para la hermandad el bordador y Mayordomo de la Hermandad de Nuestra Señora de los Desamparados Lorenzo Guttemberg, del que destacaríamos la saya de María Santísima que elaboró en 1992.

 

 

     Entre tanto, y al igual que en Málaga, la hermandad mantenía lazos de unión al Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, al que nombra en 1954 Hermano Mayor Honorario, manteniéndose hasta nuestros días esa estrecha vinculación (una importante representación del cuerpo acompaña al Crucificado en la Carrera Oficial). 

     Como podemos observar, los primeros años de la Hermandad fueron muy fluidos, llenos de una intensa vida cofradiera poco vista entonces en muchas de las corporaciones gaditanas, y que conformó la que hoy conocemos en Cádiz como la cofradía ‘malagueña’ de la Expiración.    

 

     Bibliografía utilizada:

-García Gómez, José Manuel: “Semana Santa de Cádiz en la Diócesis de Cádiz” Editorial Gemisa. Sevilla. 1989. p.123

-Nieto Cruz, E.:: "Aproximación a un estudio antropológico, histórico y morfológico", en VV.AA.: Semana Santa en Málaga. Editorial Arguval, Málaga, 1990, p. 198.

-VV.AA. : “Revista Estandarte” Año VI. Diciembre 1968. Nº. 66, p. 2.

Nota: algunos de los datos reflejados en este artículo han sido facilitados por el cofrade José Luis Ruiz Nieto-Guerrero, al que agradecemos su inestimable colaboración.

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