Historia y Memoria

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Soledad, 1590


Francisco Espinosa de los Monteros Sánchez

26/03/2005

 

     La historia de las hermandades y cofradías gaditanas todavía presenta importantes lagunas documentales en sus diferentes apartados. A pesar de que se están dando algunos pasos al respecto, todavía adolecemos de publicaciones generales actualizadas sobre nuestras corporaciones o de un estudio serio y profundo sobre la imaginería gaditana, a pesar de que la escuela gaditano-genovesa fue, por la calidad y cantidad de obras, una de las más importantes de Andalucía.

     Hasta ahora poco se ha escrito sobre la vida de nuestras hermandades en el siglo XVI, siempre se han esgrimido los argumentos de la desaparición de los documentos por el saqueo anglo-holandés, argumentos que no son del todo ciertos ya que los protocolos notariales conservados arrancan en 1531, además hay datos dispersos por otros archivos que todavía no han sido estudiados con profundidad. En este caso vamos a hacer referencia a uno de esos documentos y que, como veremos más adelante, se nos presenta como de un gran valor para la historia de nuestras cofradías a pesar de que no termina de resolver los interrogantes que se plantean alrededor suya.

     El documento en cuestión es el testamento del italiano Juan Román, natural de Roma (Archivo Histórico Provincial de Cádiz, legajo CA4362, folio 453). Dicho documento está datado en 7 de Junio de 1590, 6 años antes del saqueo. Tras las diversas fórmulas legales preceptivas, el testador pasa a disponer su entierro para lo cual pide ser enterrado en el convento de San Francisco con el acompañamiento de la cruz y curas de la iglesia mayor de Santa Cruz de la ciudad. Hasta aquí todo bastante común a los diversos testamentos de la época. Sin embargo, lo más interesante llega cuando empieza a designar las distintas misas que quiere se digan por su alma o la de sus familiares. Empieza pidiendo una misa rezada en los altares de Nuestra Señora del Rosario y de San Lázaro de la iglesia del Hospital de la Misericordia. Luego pasa a hacer las mandas para la iglesia de San Francisco. Y entre ellas hay dos que destacan sobre las demás por su novedad. En primer lugar deja cuatro misas rezadas en a Nuestra Señora de Guadalupe, imagen que por tanto ocuparía alguna de las capillas del cenobio. Pero, lo más importante, dice “Ytem mando que se digan por my anyma en el dho convento de san francisco en el altar de nuestra senora de la soledad otra myssa rrezada y se pague la limosna de mys bienes”. Nos encontramos por tanto ante una prueba documental irrefutable de la existencia de un altar e imagen de Nuestra Señora de la Soledad en el convento de San Francisco ya en 1590. Pero las preguntas que ahora todos nos hacemos son: ¿pertenecía a alguna cofradía? ¿a cual?


      El tema es ciertamente complejo. Por desgracia, todas las búsquedas adicionales que hemos hecho para aclarar este asunto no han tenido el fruto deseado. Basándonos en los documentos conservados haremos en primer lugar un análisis del estado de la cuestión. En el año 1590 sólo está documentada la existencia de la cofradía de la Vera-Cruz, la cual existía desde al menos dos décadas antes. Esta cofradía tenía una dolorosa pero no hay constancia de su advocación hasta bien entrado el siglo XVII. La advocación, como todos sabemos, era (y es) la de “Soledad”. Pero hay otras dos cofradías penitenciales que coexistieron en el convento de San Francisco a finales del XVI y principios del XVII y que podrían ser candidatas. En primer lugar está la cofradía del Nazareno, la cual existía ya en 1594 pero que no aparece en la lista de cofradías de 1591 del libro de Horozco. Esta cofradía tenía por titular en sus principios una dolorosa advocada “Soledad” y permanece en el convento de San Francisco hasta principios del XVII. Por otro lado está la cofradía de Soledad (Santo Entierro), que existía en 1601 pero no aparece en las listas de cofradías de las dos redacciones del libro de Horozco (1591 y 1598). Por supuesto, la advocación de la dolorosa de esta cofradía era (y es) “Soledad”. Esta sería la cofradía que menos posibilidades tendría a priori si no fuera porque en un informe sobre el orden las cofradías gaditanas de 1636 la cofradía del Santo Entierro aparece como más antigua que la del Nazareno. Hay que sopesar también la posibilidad de que la imagen no perteneciera a ninguna de las cofradías y que fuera puesta en su altar por los frailes aunque nos parece menos plausible.

     De todos modos hay una cosa que es común en todos los casos y es que la advocación Soledad no es nombrada por primera vez en Cádiz hasta bien entrado el siglo XVII, estamos por tanto ante la prueba palpable de la existencia de una imagen de dolorosa con la suficiente veneración como para tener altar propio ya en 1590.

      En resumen, nos encontramos ante tres cofradías en la misma sede canónica y con dolorosas advocadas como Soledad (desde luego mucha originalidad no había en aquella época a la hora de dar nombre a los titulares). Si nos guiamos por la lógica documental diríamos que estamos ante la dolorosa de la cofradía de la Vera-Cruz, esta es la posibilidad más lícita y que desde luego estaría totalmente soportada por los datos de que disponemos, y es por la que nos decantamos. Pero la ausencia de documentos y de datos fundacionales exactos de las otras dos cofradías nos permiten que la duda asome sobre nuestras apreciaciones. Esperemos que posteriores investigaciones terminen de aclarar este interesante tema y así podamos dar un paso más en el conocimiento de la historia de nuestras cofradías.

 

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