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Los
pasos decimonónicos de la
Hermandad de la Vera+Cruz. Julio 2023. |
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Jesús Manuel Sánchez Pavón
Fotografías archivo personal
En días pasados hemos tenido la posibilidad de disfrutar de una magnífica exposición en la Casa Pemán dentro de los actos que la Hermandad de la Vera Cruz viene celebrando con motivo del 250 aniversario de la llegada y puesta al culto del crucificado traído desde Nápoles por la decana corporación gaditana a través de su hermano Juan de Figueroa. Una puesta en valor del espléndido patrimonio cultual e histórico que posee esta hermandad del Lunes Santo.
De entre estas piezas expuestas en la Fundación Cajasol pudimos contemplar los frontales de los dos últimos pasos del titular cristífero. El reciente y actual de Antonio Martín, estrenado en 1993, y el conocido por su conformación característica y similar a los balcones gaditanos, de “pecho paloma”, del que son escasos los datos que se tienen en cuenta, siendo su ejecución, tal y como se explicó en los paneles expositivos, de principios del Siglo XX. Igualmente, en dichos paneles no se presta información de los otros dos pasos que procesionaron con la hermandad en el siglo XIX, el de la Cena Domine y el de la Oración en el Huerto, que fueron vendidos a principios de la centuria pasada. En este trabajo vamos a indagar un poco en la historia de todas estas andas, que también fueron importantes en el devenir de la cofradía, y que nos llevará hasta los primeros años del 1900.
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Nos situamos en el tiempo. Sabemos que, tras años de postración, la corporación nazarena se reactiva en 1851, y sale, ese año, en la tarde del Jueves Santo. Fueron tiempos muy complicados para las cofradías, costaba, y mucho, sufragar los gastos para los cultos, y no menos para las procesiones, dependientes de subvenciones, rifas e inscripciones del vecindario. Estas dificultades no eran menores para la hermandad más antigua, que quedaba a expensas, como todas las demás, de la comisión nombrada para la organización de la procesiones, presidida por el Señor Obispo, y que decidían las cofradías que saldrían en Semana Santa. En 1882 se acordó que el Lunes Santo fuesen los pasos de la Sagrada Cena y la Oración en el Huerto, unidos a la del Prendimiento y la Virgen de los Dolores los que salieran desde San Francisco. Al año siguiente, la hermandad no aparece en la relación de cofradías que iban a ser subvencionadas –con cinco mil pesetas de las de entonces- para realizar estación en la Catedral. Y, como sabemos, en 1884 no salió ni una sola cofradía.
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Se recuperaría la salida procesional en 1885, en la tarde del Miércoles Santo, no habiendo cofradías en la calle en los tres años posteriores. No obstante, estos avatares no paralizaron a la hermandad. En el verano de 1888 la entusiasta junta de gobierno, queriendo dar un paso más en la complicada tarea de restituir el culto externo de todos sus titulares, proyecta en la construcción de un paso para el Santísimo Cristo, a la vez que se estaba restaurando los de la Cena y Oración en el Huerto, todo ello a cargo del tallista Juan Rosado, artista reconocido, que trabajó en la Catedral de Cádiz y diseñó la verja original del monumento a Moret, entre otros encargos de indudable prestigio. En febrero de 1889, días después del Cabildo de elecciones, la Junta de Gobierno puso en marcha una suscripción para cubrir estos enormes gastos, amén de planear una rifa con la que poder hacer frente al magno propósito. Se consiguieron recaudar 3457 pesetas que, unidas a las 520 que disponía Mayordomía, sirvieron para pagar todos los trabajos, quedando fuera de los gastos la restauración de las imágenes de la Cena y el Huerto, reformadas desinteresadamente, y curiosamente, por el director
espiritual de la hermandad, don Miguel Jiménez Sánchez. Sabemos también que se estrenaron túnicas, y que, también como curiosidad, los músicos de la banda, reconocida meses más tarde como municipal, dirigida por don Saturnino Trinidad, tocaron tras el paso vestidos de penitentes.
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En 1890 la hermandad vuelve a procesionar con los tres pasos en la noche del Jueves Santo, vistiendo los nazarenos túnicas verdes, y en unión de la Cofradía de Jesús Nazareno, formando ambas corporaciones una sola comitiva, que estuvo presidida por el Señor Gobernador Civil y otras autoridades que asistieron a la salida procesional.
Al año siguiente, y ya con Cayetano del Toro presidiendo la Junta Administrativa de Procesiones, no saldría el paso de la Cena, y si el de Nuestra Señora de la Soledad, del que también sabemos que tenía su paso de templete. Precisamente en 1893, en acuerdo acordado en junta de gobierno, se aprobaba nombrar al Señor del Toro protector de la hermandad.
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El final de siglo para la corporación fue irregular, quedándose en casa la mayoría de los años. Y ya, en 1902, podemos confirmar que la procesión solamente la conformaban el Señor de la Vera Cruz, formando un ‘Stabat Mater’ junto a San Juan, la Virgen y María Magdalena, y la Virgen de la Soledad, que estrenaba ese año un paso de palio, “ofrenda de un protector de la misma”. ¿Pudiera ser don Cayetano? Intentaremos desvelarlo en próximas investigaciones.
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