A lo largo de los tres primeros capítulos
de esta serie hemos visto como las marchas
que se componían tenían un carácter a
modo de poema sinfónico y eran fúnebres.
Desde luego la mayoría de composiciones
que hoy en día se tocan tras los pasos de
palio poco tienen que ver (salvo
excepciones) con aquellas marchas de
finales del siglo XIX y principios del XX.
La culpa la tiene otro músico militar
llamado Manuel López Farfán
que en 1925 revolucionaría en Sevilla el
concepto de la marcha de procesión con la
archiconocida "Estrella Sublime".
Farfán ya había compuesto marchas desde
los inicios del XX, todas ellas de gran
categoría y lentas/fúnebres como era la
costumbre de aquella época. Así destacan
las piezas "Spes Nostra"
(1904) dedicada a la Esperanza Macarena o
"El Refugio de María"
(1923) dedicada a la hermandad de San
Bernardo y que tiene un trío final de una
elegancia y sensibilidad exquisita. En
1919 accedería a la dirección de la
banda militar del Soria 9 donde ejercería
durante una década.
López Farfán rompe con el estilo lento y
fúnebre e impone una forma de marcha de
procesión dinámica, rítmica, vibrante
que hiciera que el paso de palio se
moviera al compás de la marcha y
"cobrase vida". Es el artífice
de que éstas tengan fragmentos que se
interpreten con cornetas lo que les
confiere una gran brillantez. Las marchas
"lópezfarfanianas" se
caracterizan por una estructura muy clara:
llamada con cornetas, primer tema, fuerte
de bajos, repetición de partes del primer
tema y segundo tema o trío.
Una año antes de estrenar "Estrella
Sublime" ya había compuesto
"Pasan los Campanilleros".
Se trata ésta de una de las marchas que más
se interpretan durante la Semana Santa y
aunque carece de partes con cornetas, ya
tiene un carácter triunfal y alegre que
deja aparcado definitivamente el estilo fúnebre.
Farfán no solo incluye la novedad de las
cornetas, también es precursor de la
"saetilla" que se puede escuchar
en algunas composiciones en su parte
final. Esta novedad la aplica por primera
vez en otra genial composición, "La
Esperanza de Triana" (1925), que
también incluye cornetas.
Por lo tanto, estamos quizás ante la
figura mas importante del género, debido
al cambio en los esquemas que introdujo,
que ha perdurado hasta nuestros días. A
partir de entonces, todos los grandes
compositores de marchas procesionales
seguirán las pautas del llamado
"Genio de San Bernardo" aunque
las marchas de corte fúnebre no se
olviden por completo y haya obras clásicas
y de categoría compuestas a posteriori de
la irrupción de Manuel López Farfán.
En nuestra provincia, Germán Álvarez
Beigbeder seguirá con su fructífera
carrera, aunque sigue cultivando
exitosamente el estilo fúnebre. En 1910
compondrá "Nuestra Señora del
Rosario" dedicada a la Patrona
de Cádiz, en 1919 "Desamparo"
(misma Virgen de Jerez) y en 1921 la célebre
"Cristo de la Expiración"
(dedicada al Viernes Santo sevillano).
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